120 AÑOS DE LA VENGANZA DE
"GUERRITA"
El día 15 de Octubre se cumplieron 120 años de la retirada de los ruedos del mejor y
más completo torero del siglo XIX, Rafael Guerra Bejarano ‘Guerrita’. Cuando
comenzaba a atisbarse en el horizonte el siglo XX y con una España en crisis
existencial tras la pérdida de los últimos territorios de ultramar, El Guerra
dejó plantados a sus críticos aburrido de su incomprensión. En plenas
facultades físicas y en la cúspide de la tauromaquia ‘Guerrita’ mató en
Zaragoza el 15 de octubre de 1899 al toro ‘Limón’, de Jorge Díaz, y dos días
después su esposa, Dolores Sánchez, le cortó la coleta en su casa de la calle
Góngora.
‘Limón’ fue el último de los 2.339 toros que ‘Guerrita’ estoqueó
en 892 corridas. Esa lista se inició en Madrid el 29 de septiembre de 1887
cuando lidió al toro ‘Arrecío’, de Francisco Gallardo, el día de su alternativa
a manos de Lagartijo ‘El Grande’.
Con el I Califa culminó su preparación como
matador de toros que se había iniciado una década antes en la cuadrilla de
Niños cordobeses, todos ellos vinculados al Matadero Viejo. Tras pasar por los
equipos de Bocanegra y, en especial, de Fernando ‘El Gallo’, ‘Guerrita’, que
también se había hecho llamar ‘El Airoso’ y ‘Llaverito’, por la profesión de su
padre, José Guerra, se convirtió en el mejor banderillero de la historia del
toreo. Su fama como rehiletero, y algún desencuentro, le llevó a abandonar a
‘El Gallo’ y entrar a formar parte de las huestes de Rafael Molina. Como peón y
medio espada de Lagartijo la notoriedad de El Guerra alcanzó cotas nunca vistas
para un banderillero.
Rafael Guerra tomó la alternativa y fue acabando con todos los
otros toreros que le ponían por delante hasta sentarse en el trono de la
tauromaquia. Incluso con Lagartijo y Frascuelo, los dos grandes veteranos que
no habían sabido retirarse a tiempo, algo que ‘Guerrita’ sí hizo. Los intentos
de la crítica de buscarle un oponente, de que se plegara a sus deseos y, sobre
todo, que saliera indemne y con gran éxito de la mayoría de sus corridas,
hicieron que se creara un caldo de cultivo entre algunos aficionados que se
acabó contagiando al público. Esa animadversión de los públicos, especialmente
en Madrid (donde no faltó ninguna temporada), convenció a ‘Guerrita’ de que no
merecía la pena seguir y de forma discreta anunció que se retiraba tras la
corrida de Zaragoza y doce años de doctorado.
La dictadura de ‘Guerrita’, entiéndase sin la parte peyorativa,
duró hasta que El Guerra quiso. La venganza contra sus críticos se extendió a
los públicos que no comprendieron que la superioridad técnica y física de
Rafael Guerra y su conocimiento de las reses evitaban las cogidas tan
habituales para el resto del escalafón. Desde su adiós del que ahora hacen 120
años hasta su muerte el 21 de marzo de 1941 El Guerra siguió dictando
sentencias en el Club Guerrita, convertido en la meca del toreo, al que todo
aficionado tenía que ir a rendir pleitesía al II Califa.
El Guerra marcó el devenir de la tauromaquia más de lo que sus
propios contemporáneos hubieran podido adivinar. En 1896 dictó a Leopoldo
Vázquez, Luis Gandullo y Leopoldo López de Saa una Tauromaquia como había hecho
Pepe-Hillo un siglo antes. En las páginas de ese tratado están todas las claves
que revolucionaron arte que empezaba a considerarse como tal. Su influencia en
el hilo del toreo, como diría Pepe Alameda, es capital porque marcó el camino
que su sucesor a título de Rey, Joselito ‘El Gallo’, hollaría hasta encarrilar
la tauromaquia hacia el toreo moderno con las aportaciones clave de Juan
Belmonte.
“Se acabaron los toros” le dijo Guerrita en un telegrama a Rafael,
hermano de Joselito, el día que al rey de los toreros lo mató el toro ‘Bailaor’
de la Viuda de Ortega en Talavera de la Reina. Pero como no había pasado ni el
15 de octubre de 1899 con la retirada del II Califa ni aquel trágico 16 de mayo
de 1920, se acabaron los toros. El “arte de Cúchares”, con aportaciones de
Lagartijo, mejorado por Guerrita y perfeccionado por el de Gelves continuó
evolucionando y pasando de mano en mano (Chicuelo, Manolete, Dominguín,
Bienvenida, Paco Camino, Paco Ojeda) hasta llegar a la actualidad. Han pasado
120 años del adiós de los ruedos de Guerrita pero su revolución continua muy
vigente.
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