Ladislao Rodríguez Galán
Toda la mañana lloviendo y una
tarde bajo el manto cárdeno de las nubes, presagiaron que la novillada sin
caballos, anunciada el 5 de Octubre de 1969, para la presentación en "Los
Tejares" del valiente y triunfador novillero cordobés Antonio Sánchez Saco
"El Tato se iba a suspender.
Pero se "tiró para adelante" y hubo
suerte, no llovió durante el festejo que cerró la temporada. En el cartel tres
novilleros triunfadores que venían a Córdoba con vitola de futuras promesas.
Los tres se presentaban ante la afición cordobesa. Abría el cartel Raúl Aranda
( de Aragón), José Luis Galloso ( del Puerto de Santa María) y Antonio Sánchez
Saco "El Tato" , cordobés del barrio de la Merced, que se las
entendieron con novillos de José Luis Sánchez Sánchez, manejables y con casta
pero tan faltos de fuerza que desesperaron a los chavales.
Aranda cosechó
ovación y fuerte petición de oreja en el cuarto, pero al no concederla se
obligó al torero a dar dos vueltas al ruedo. Galloso fue muy ovacionado en su
primero y cuando toreaba muy bien de muleta al quinto fue revolcado y al
levantarse se derrumba y tienen que llevarlo a la enfermería donde se le
aprecia una cornada grave en la región inguino crural derecha.
El novillo lo
despacha Raúl Aranda y la cuadrilla de Galloso recibe una ovación. El herido
fue trasladado al Sanatorio Municipal.
El tercero en liza era "El
Tato", un torero de dinastía perteneciente a una de las familias más
taurinas de nuestra ciudad. Su padre Rafael Sánchez, fue matador de toros y por
su madre Carmen Saco, prima hermana de "Manolete", estaban
emparentados con el IV Califa del Toreo y sus hermanos Rafael, Paco, José,
Manuel y Fernando fueron novilleros de prestigio, padeciendo Rafael y José
sendas cornadas que les dejaron, en plena carrera triunfal, al margen del
toreo.
Volviendo al festejo, la única
oreja la cortó nuestro paisano que no
tuvo suerte con sus dos novillos que se caían constantemente y no le dejaron
montar una faena contundente. Con todo eso en contra realizó dos meritorias
faenas que
dejaron constancia de su clase en el manejo de las telas, tanto
capote como muleta. A su primero le tuvo que realizar una faena de enfermero
para evitar que el animal rodara por la arena. Mató de estocada y fue
ovacionado. Pero en el sexto fue donde "El Tato" demostró la fama de que venía precedido como torero artista y
valiente. Realizó una faena muy completa, con garbo y dominio, con pases bien
ligados a un novillo que se cayó menos que sus hermanos.
El público le ovacionó
constantemente. para finiquitar a su oponente necesitó de un pinchazo y media
en el sitio. El público le pide con insistencia las dos orejas y la presidencia
solo concede una. El chaval, triunfador de la tarde, da la vuelta al ruedo
entre ovaciones.
Para conmemorar esta exitosa presentación - cincuenta años se
cumplen esta temporada- hemos charlado con Antonio Sánchez Saco "El
Tato". Conozco a esta familia desde mi juventud, y les tengo muchísimo
cariño pues compartíamos afición a los toros y a los guateques de la época.
Muchas veces su madre Carmen, una simpática y amable cordobesa nos dio de
merendar a mi hermano mellizo José Antonio y a mí en su amplísima casa del
Campo de la Merced, a donde íbamos casi a diario al salir del colegio. Y no me
resisto a contar esta anécdota que refleja el cariño de una madre por sus
hijos. A Pepe Sánchez Saco la infirieron una cornada en Melilla que le tuvo al borde
de la muerte. Carmen, persona de fe, hizo la promesa de subir de rodillas hasta
las Ermitas desde su casa en la plaza de Colón si José se curaba. Como al final
todo salió bien. Esta gran señora cumplió su promesa. Ejemplo de amor infinito.
-¿Cuándo te diste cuenta que
querías ser torero?.
- Creo que desde siempre, posiblemente desde que estaba en el seno de
mi madre, eso se lleva en los genes, y que luego, poco a poco, vas
desarrollando.
Nací dentro de una familia
meramente taurina, siendo mis raíces, que tenga conocimiento, desde José Dámaso
Rodríguez Rodríguez “Pepete”, pasando por mi abuelo, padre, hermanos, tíos,
primos, y la rama de parentesco que me une a Manuel Rodríguez Sánchez
“Manolete” por parte de mi madre, que era su prima hermana.
Soy el más pequeño de 10 hermanos y en mi casa, a la hora de almorzar
y cenar, estábamos todos sentados en la mesa y la única conversación que
existía era el tema taurino.
Y eso, a través del tiempo, te
va despertando una mayor afición, conocimientos y unos deseos enormes de querer
ser torero.
- ¿Cuándo te apuntaste a la Escuela taurina?
- Lo que es comenzar a aprender a torear y tener contacto con los
capotes y muletas siempre ha sido en casa, pero desde que tenía aproximadamente
7 años (1958), y aunque mi padre y hermanos en principio no querían, conseguí
que me apuntaran en la Escuela Taurina del Frente de Juventudes, que se ubicaba
en el Callejón de Adarve, cuyo director
era Luis Rodríguez y como apoyo tenia a Andrés Dorado.
Recuerdo que en aquellos momentos los de menor edad de la escuela eran
Jesús Rivera, Fernando “El Carpintero”, Pepín González, cuñado de mi hermano
Fernando, y yo.
Un poco más tarde se incorporó
Ángel Rodilla “Angelín”. Todos los demás eran mayores que nosotros.
- ¿Cuándo te pusiste por primera
vez delante de una becerra?
- Tendría aproximadamente unos 7 años, y fue en la Finca DEHESA
YEGUAS, que pertenecía a los Sánchez de Puerta, fuimos con la Escuela Taurina.
Posteriormente comencé a asistir
a algunos tentaderos junto con mis hermanos, que me llevaban a regañadientes,
ya que no querían que fuese torero y me dedicase a mis estudios.
- ¿Cuándo debutaste en público?
- Fue entre los años 1959-1960. La
Escuela Taurina nos llevaron a varias plazas a torear festivales. Recuerdo que
fuimos a Andújar, Lucena…etc. Y el día 9 de Octubre de 1960 toreamos un
festival en la Plaza de Toros de Los Tejares, en Córdoba, tenía entonces 9
años.
- ¿Y de luces?
- En Villanueva del Arzobispo en
el año 1967. Ese año toreé 4 festejos. En Córdoba me presenté en 1969.
- ¿Cuándo con plazas montadas?
- En el mes de Marzo, de 1970, en Cabra, junto con Pepe Romero
y “El Lucentino”. La novillada era de
Marcos Núñez.
- ¿Recuerdas tu mejor tarde?
Dónde fue?
- Es difícil definir cual pudo ser la mejor tarde. Pero ahora se me
viene a la memoria tres de ellas en la que me sentí tremendamente lleno.
Una en la Rambla, con un novillo de Concha y Sierra, al que le corté
el rabo y donde pude interpretar el toreo como a mí me gusta.
Otra en San Fernando, fue por la noche, ya que los entendidos del
lugar decían que a esas horas el levante pegaba menos para torear. Con novillos
de José Luis Sánchez y Sánchez, junto con José Luis Galloso, y a los dos
novillos les corte las orejas sintiéndome muy a gusto y realizado.
Y la tercera tarde fue en un
festival en Castellar de Santisteban (Jaén). Cuando llegamos a los corrales
había un novillo que sobresalía de los demás, fuerte, apretado, muy hecho, con
peso, con presencia, pero muy bonito.
Al sortear me tocó a mí. Mis hermanos
estaban muy preocupados porque el festival era sin picar y al novillo le
hubiese hecho falta darle en el caballo. Pero salió muy bueno, aunque fuerte,
con temperamento, metía muy bien la cara, y conseguí torearlo a placer, a pesar
de su raza, y le corte las orejas, el rabo y una pata. No recuerdo de qué
ganadería era.
- ¿Cuál fue el mejor consejo que te dieron tu
padre y hermanos?
- Que no fuese torero y que ni
lo intentara, que esta profesión era tremendamente difícil, que me dedicara a
estudiar y a labrarme un futuro en otra actividad. Estos consejos, tanto por parte de mi padre y de mi
familia, eran los mejores, dentro de sus conocimientos en el mundo taurino,
pero sobre todo y lo más importante me decían que fuese fiel a mí y sincero
conmigo mismo.
- ¿Tuviste bautizo de sangre?
- Si, y casi antes de empezar. Tendría unos 15 años, fue a principios
de Junio de 1.966, en un tentadero que se celebró en la Finca Españares, de D.
Rafael Espinosa de los Monteros en Cardeña.
Tentaban ese día mi primo Antonio Sánchez Fuentes, Agustín Castellano
Martínez “El Puri”, mi hermano Manolo y mi primo Rafael Saco Bejarano, hijo de
mi tío “Niño Dios”.
Salió una vaca astifina, que la toreo con la muleta mi primo Antonio,
y una vez que terminó me dejaron continuar a mí con la mala suerte que al
citarla por el pitón derecho me cogió y me infirió una cornada en el muslo
derecho, a la altura del triángulo escarpa, de cierta gravedad. Recuerdo que
con un pañuelo me realizo un torniquete Cayetano el hermano de Antonio Ordoñez.
Una vez llegados a Córdoba me
operó D. Antonio Ortiz Clot en el sanatorio que se hallaba en la Huerta de la
Reina, donde estuve unos días ingresado, coincidiendo en la misma planta con un
picador de toros de Diego Puerta que unos días antes, en la Feria de Mayo de
Córdoba, un toro lo derribo y le infirió una cornada muy grave. Su cuadrilla lo
visita a él y después a mí.
- ¿Te hubiera gustado ser matador de toros? En
caso afirmativo ¿Quién te habría dado la alternativa?
- Qué duda cabe de que sí,
hubiese sido la mayor satisfacción de mi vida. Y en cuanto a la pregunta de
quién me hubiese gustado que me diese la alternativa, pues te digo que, por
supuesto, alguno de los matadores de toros activos que había en Córdoba en esos
momentos.
- ¿Cuál fue el torero espejo para ti?
- Quizás por mi forma de
entender el toreo, de arte, una de mis referencias era Antonio Ordóñez, Paco
Camino y la naturalidad que tenía Antonio Bienvenida.
- ¿Cómo ves el momento actual de
la Fiesta?
- Muy preocupante. Quizás en el plano profesional
lo veo bien ya que, según las estadísticas, hoy en día hay registrados más
profesionales, existen muchas escuelas taurinas con chavales que quieren ser
toreros, aunque hay pocas oportunidades para ellos. Pero a nivel de interés de público hacia este
espectáculo lo veo muy mal, entiendo que los propios profesionales y
aficionados nos hemos relajado un poco y hemos dejado que los antitaurinos nos
coman más terreno del que hubiésemos deseado y la situación que se ha creado no
es muy halagüeña, además el público no suele ir a los toros nada más que en las
grandes ferias, y no a todas las corridas.
Habría
que hacer un gran esfuerzo, por parte de las administraciones y de los propios
taurinos, para que se normalice esta situación, ya que algo tan nuestro y único
en el mundo no puede quedar relegado tan solo, a celebrar algunos festejos en
algunas ferias
- ¿Y en Córdoba?
- Dentro de la situación actual Córdoba es una de las más afectadas.
De hecho, han pasado por nuestra plaza empresarios importantes que no
han conseguido retomar el interés para que el público asista a los festejos
taurinos.
Entre todos tenemos que buscar
un revulsivo que nos haga asistir a este espectáculo único y hacer despertar de
nuevo a la afición.
- ¿Desde cuándo perteneces a la
Tertulia Taurina "Manolete"?
- La tertulia se constituyó en el año 1991 y poco después entré a formar
parte de ella. Al estar volcado en mi trabajo en aquellos momentos, vivía el
mundo del toro un poco desde la distancia pero
mi hermano Rafael, que fue presidente
y uno de los fundadores, me comentó en varias ocasiones que fuese a
visitarla, que sus contertulios eran personas muy competentes y que se hablaba
mucho de toros.
Me apeteció y así lo hice, y
desde entonces pertenezco a la misma
- Cual era tu fuerte, capote,
muleta, espada...
- Me sentía más a gusto con la muleta, y muy especialmente con la mano
izquierda, cuando montaba la espada me veía muy cómodo, quizás porque todos los
tiempos que requiere esta difícil ejecución los tenía muy metidos en mi mente
desde pequeño y cuando llegaba el momento lo realizaba sin pensar.
Recuerdo que una de las
novilladas que toreé en San Fernando les corte las orejas a los dos novillos, y
al llegar a la pensión donde parábamos, muy cercana a la plaza, ya estaba en la
habitación el maestro Rafael Ortega, el cual me felicitó por el éxito obtenido
y como había matado los novillos, aunque me dio un consejo y me dijo: “No te
olvides nunca de que cuando arranques a matar, en el embroque y trayéndolos con
la mano izquierda muy baja, a los toros se les mata con el hombro derecho, por
lo que tienes que darles el pecho y así no fallarás nunca”. Aquel sabio consejo
no se me olvido jamás.
- Cuantos festejos toreaste en total?
- Desde mi comienzo a mediados de 1967 hasta final de 1969, toreé
aproximadamente algo más de 30 festejos, y a principio de la temporada de 1970
dejé definitivamente de torear.
Fue una decisión solo mía. Nadie
influyó.
- Volverías a ser torero?
- Sin dudarlo volvería a
intentarlo de nuevo, creo que es la profesión más bonita que existe en este
mundo, además, en mi corta experiencia profesional, en algunos momentos, cuando
has cuajado alguna tarde llegas a sentir una satisfacción personal tan grande
que es difícil de describir.
Respecto a la novillada de mi presentación en Córdoba en Octubre de 1969, en la Plaza de los Califas, junto a José Luís
Galloso y Raúl Aranda, se ocasionó la siguiente circunstancia que voy a
relatarte.
Al ver la novillada en el campo, había un novillo que no les agradaba
a mis hermanos, estaba fuera de tipo, corto de cuello, engatillado, etc.. y le
sugirieron al apoderado de Galloso que lo cambiara por otro. Pero no fue así,
al final el novillo vino y en el sorteo les tocó a ellos, con la mala fortuna
que cogió a Galloso y le infirió una cornada importante. Lo ingresaron en el
hospital que había en la Huerta de la Reina y algunas mañanas, cuando yo iba a
entrenar a la sierra, me pasaba a visitarlo para ver cómo iba evolucionando.
El primer día que fui, no se me olvidará, al entrar en la habitación,
enfrente, estaba sentado en un sillón el apoderado de Galloso, se levantó, se
vino hacia mí y me dijo “Si me hubieran
preguntado sobre los conocimientos de tus hermanos, en el mundo del toro,
hubiera respondido que son unos sabios”
Comentario que hizo, lógicamente, por lo que había ocurrido con la
historia del novillo.
Por último, quiero aprovechar esta ocasión que se me brinda para
agradecer a todas aquellas personas que me ayudaron y apoyaron en aquellos
momentos, en la medida, cada uno, de sus posibilidades.
A mis padres (q.e.p.d) a mis hermanos, primos, amigos, etc…. No quiero
dar nombres para que no se me quede nadie en olvido por error. Y muy
especialmente a un matador de toros de Córdoba, que cada vez que tenía que
torear, a través de su mozo de espadas, me facilitaba desinteresadamente un
traje de torear para la ocasión.
Muchas gracias a todos
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