sábado, 1 de junio de 2024

 

“CÓRDOBA A "MANOLETE" TENÍA QUE HABERLO QUERIDO MÁS EN VIDA”

“RECUERDO PERIÓDICOS NORTEAMERICANOS QUE DESTACARON EN PORTADA LA MUERTE DEL “REY DEL TOREO"

RAFAEL SANTIAGO FERNÁNDEZ NOS HABLA DE "MANOLETE", AL QUE LLEGÓ A CONOCER.

 


Ladislao Rodríguez Galán                                        fotos: Ladis

El próximo mes de agosto se cumplirán 77 años de la trágica muerte de “Manolete” en la plaza de Linares. Cada año que pasa se agranda más su figura, y al contrario, por lógica, quedan menos cordobeses que se sienten orgullosos de haberlo visto y tratado. Uno de estos paisanos que tuvieron la suerte de ver y hablar con el IV Califa del Toreo es Rafael Santiago Fernández, un empresario que nació en nuestra ciudad en 1932 y que, con una memoria prodigiosa, recuerda todos y cada uno de los momentos en que puso saludar y hablar con el gran torero. El próximo 14 de julio, Rafael  cumplirá 92 años, ¡quién lo diría!, camina con  elegancia y se expresa con fluidez sin dudar ni de fechas ni de acontecimientos vividos…

-Cuando supo de Manolete por primera vez ¿ Era usted un niño?

-Tendría unos 10 años cuando tuve conocimiento de la existencia de Manolete. Recuerdo ir en ocasiones a la Plaza de la Lagunilla desde mi barrio de San Agustín con mis mejores amigos de aquella época a verlo llegar a hombros desde el Coso de los Tejares. Aunque era muy pequeño, lo recuerdo como muy emocionante, puesto que alrededor del diestro se formaban grandes multitudes que lo vitoreaban. Nosotros nos íbamos hasta la Iglesia de Santa Marina y desde allí acompañábamos a la multitud.

-¿Lo vio andando por la calle?

-Sí, en numerosas ocasiones. Lo más llamativo que recuerdo de su figura es su prestancia y elegancia en el vestir. Casi nunca iba solo andando por la calle.  Era un hombre de muchos amigos y siempre lo veía acompañado. Ahora me viene a la cabeza el apellido Roca, de un íntimo amigo suyo y gran aficionado a los toros que lo acompañaba de paseo en multitud de ocasiones. Recuerdo sobre todo coincidir con él en el eje de las calles Concepción, Gondomar, Gran Capitán y Tendillas, puesto que era el centro neurálgico de Córdoba y donde coincidíamos muchos cordobeses.

- ¿Qué impresión le causó?

-Daba la impresión de ser un hombre serio, aunque su círculo más cercano siempre decía que solo era una apariencia. Recuerdo que destacaba por su figura estilizada. Aunque ya era un gran torero aún no había llegado a ser la gran e incomparable figura del toreo que llegó a ser.

-¿Tuvo ocasión de hablar con él?

-Tuve el gran privilegio de poder hablar con el maestro. En realidad, lo saludé en su casa de la Avenida de Cervantes tras el regreso de su primer viaje a México. Iba con mi primo Paco y otros amigos. Sabíamos que Manolete había vuelto de las Américas y decidimos acudir a su casa para ver si teníamos la suerte de verlo. 

Al llegar a la casa, la cancela estaba abierta y entramos. Atravesamos hasta el patio posterior y recuerdo que el maestro estaba sentado en el interior de la vivienda, concretamente en el filo de una fuente, la que tiene un mosaico de San Rafael que aún perdura. Cuando nos vio, nos preguntó algo así como: ¿qué pasa muchachos, vosotros sois aficionados a los toros?. Les dijimos que sí y después  nos estrechó la mano y nos fuimos a casa con la ilusión indescriptible de haber hablado con el mejor torero de todos los tiempos.

-¿Cree usted que Manolete era querido por los cordobeses?

-No sería capaz de decir que su ciudad en general lo quisiera como él merecía. Evidentemente, era una figura pública y una personalidad de la época, pero echo en falta que Córdoba en su conjunto lo quisiera y valorara como la figura que fue. Por contra, él que se jactaba de ser cordobés por los cuatro costados, fue un gran embajador de su tierra allí donde iba y contribuyó a difundir el nombre de Córdoba por todo el mundo. Después de su muerte, la prensa mundial se hizo eco de su triste fallecimiento. Recuerdo incluso en periódicos norteamericanos destacar en portada la muerte del 'Rey del toreo'.   Tras su muerte, ocurrió como suele pasar siempre, la ciudad lo hizo suyo y se identificó masivamente con el maestro desaparecido. Pero insisto, su ciudad tendría que haberlo querido  más en vida. Aún recuerdo como era recibido en ciudades como Madrid o Barcelona, ciudad ésta donde el empresario Pedro Balañá le dijo, en varias ocasiones, que siempre tendría la plaza de toros abierta para él.

- A estas alturas aún no le he preguntado ¿Es usted aficionado a los toros?

-Muy aficionado desde siempre, desde que tengo uso de razón. Mi padre me llevo a una corrida de toros de la que no recuerdo ahora mismo el cartel. A partir de ahí surgió en mí la afición taurina hasta hoy. He disfrutado con la fiesta toda mi vida, es parte indisoluble de nuestra cultura pero reconozco que hace muchos años la afición a los toros era mucho mayor. Hoy falta información sobre esta Fiesta sin igual. Afortunadamente la gente joven esta acudiendo a las plazas, eso es bueno para que se identifique con la fiesta y defienda sus valores. No es excusa el precio de la entrada de una corrida, en comparación con el fútbol, por ejemplo, donde los aficionados gastan mucho más dinero a la hora de ver un partido de fútbol. Hay que defender la tauromaquia en todos sus sentidos.

-¿Alguna vez vio torear a “Manolete”?

-Lamentablemente nunca lo vi torear. Yo era muy joven entonces y antes no disponíamos de recursos propios para poder ir a los toros todo lo que nos hubiera gustado. Posteriormente disfruté de las corridas de toros cuando tuve la oportunidad de hacerlo con mi padre u otros familiares. Pero si acudí, con mi padre, a la corrida pro monumento en la plaza de Los Tejares en 1951. 


También recuerdo perfectamente, porque estuve allí, la inauguración del monumento a "Manolete" en la plaza de Santa Marina. El acto fue otra enorme concentración de cordobeses.


Luego, años más tarde, coincidiendo con el centenario de su nacimiento, estuve en el acto público donde se le nombró Hijo Predilecto de Córdoba. Allí estuvo “El Cordobés”, el único Califa del Toreo que vive, encabezando un grupo de toreros cordobeses.

- ¿Y la última vez que vio a “Manolete”?

-Fue a la vuelta de otro viaje a América. Fuimos a la estación, pues sabíamos que regresaba a nuestra ciudad. Lo vi bajar del tren y allí lo cogieron en hombros hasta el coche que lo esperaba en la puerta de la estación. Recuerdo que hacía frio, el maestro llevaba un abrigo marrón cruzado. Fue todo muy rápido. El coche salió de la estación camino de su casa. Esa fue la última vez que lo vi vivo.

-Cómo se enteró de su muerte…por la gente, por la radio…

-Me enteré en la antigua lonja del pescado. Estaba ayudando a mi padre en nuestro negocio familiar. Recuerdo la gente alborotada, se paró la actividad, nadie daba crédito, fueron momentos muy inciertos. A primera hora de la mañana, antes de irnos de la lonja, nos arremolinamos en torno a la radio para escuchar las tristes noticias que confirmaban la muerte del maestro.

-¿Estuvo en su entierro?.

-¿Y quién no estuvo? Sí, yo fui al entierro de Manolete como la inmensa mayoría de cordobeses, unos arrastrados por la admiración y el respeto y otros por la curiosidad, como suele ocurrir siempre. Me acerqué hasta su casa y pude presenciar el momento en el que sacaron su féretro a la escalera de la casa. Allí, sostenido por un grupo de sus íntimos amigos, el marqués de la Valdavia, presidente de la Diputación de Madrid, puso sobre el féretro la medalla de Beneficencia de primera clase. 


A pesar de la multitud que se agolpó en su domicilio, reinaba un respeto y un silencio impresionantes. Recuerdo que, de una de las cintas de la caja fúnebre, tiraba el gran Manolo Caracol, muy amigo suyo y compañero de sus ratos de ocio. Después, el féretro fue introducido en un coche tirado por 4 caballos. Desde allí recorrió calles del centro de la ciudad hasta llegar al Coso de los Tejares, que abrió sus puertas por última vez al maestro. Posteriormente se dirigió al cementerio de la Salud donde fue enterrado en el panteón de sus íntimos amigos, la familia Sánchez de Puerta. Allí estuvo hasta que se construyó su mausoleo y definitivamente trasladaron  sus restos mortales.

La gente estaba sorprendida e incrédula ante el hecho de que un toro hubiera acabado con la vida de "Manolete". El luto duró mucho tiempo, fue un antes y un después en la vida de la ciudad. Pero "Manolete" ya era eterno.

- ¿Ha visitado alguna vez su mausoleo en el cementerio de Ntra. Sra. de la Salud?

-Bastantes veces. Muchos días en mis paseos diarios me acerco al cementerio a musitarle una oración. Y por supuesto cuando acudía a un sepelio en el cementerio de la Salud, antes de marcharme tenía la necesidad de visitar la tumba del maestro. Allí, a los pies de su tumba, recordaba precisamente todas estas anécdotas que hoy cuento en esta entrevista y a la gran figura del toreo que fue.

- ¿Volvió a entrar alguna otra vez a su casa de avenida de Cervantes?

-En dos ocasiones. Como le he contado, una primera vez a su vuelta de las Américas donde tuve el honor de estar con él y la otra  el triste día en que su cuerpo inerte estuvo expuesto para que los cordobeses pudiéramos despedirnos de él. 

Yo tuve esa suerte y pasé junto al féretro descubierto que estaba ubicado en la primera habitación que se encuentra justo a la derecha de la entrada. Como anécdota curiosa, debido a los nervios propios de ese momento, me desvié del recorrido establecido y llegué hasta la cabeza del féretro, donde puede ver perfectamente su rostro y sus manos. Aún lo recuerdo con nitidez.

- Guarda algún recuerdo de Manolete, un autógrafo, una fotografía…

-Solo conservo una fotografía suya y el libro que en su día escribió José Luis de Córdoba sobre la figura de Manolete. Aquí quiero destacar la gran amistad que unió a estas dos figuras a lo largo de sus vidas.

-¿Tuvo oportunidad de viajar a Linares la tarde fatídica del 28 de agosto de 1947?

-Unos días antes de la corrida de Linares, mi padre y yo regresamos a Córdoba desde Málaga donde estábamos veraneando para atender cuestiones relacionadas con el negocio familiar y planeamos acudir a verlo torear a Linares. En el último momento, por cuestiones laborales, no pudimos ir, pero vivimos aquí en la ciudad en primera persona el curso de los acontecimientos. Toda la ciudad vivió intensamente y con mucho dolor la triste noticia que llegaba desde el coso de este pueblo jiennense. Los cordobeses se echaron a la calle. Recuerdo que muchos hombres de la época decían que no se habían visto tantas mujeres juntas en la calle ni en un Jueves Santo. Córdoba entera lloró al maestro el día de su muerte.

 -Dicen las crónicas de la época que Manolete pudo evitar la cornada, pero que su pundonor y vergüenza torera se antepuso a un toro peligroso ¿Qué comentarios había sobre esa versión?

-Efectivamente, la gente que había en la plaza coincidía con este argumento. Manolete pudo evitar la cornada, pero arriesgó por su pundonor. Al llegar a la enfermería preguntó si le habían concedido las dos orejas. Era único. A la hora de matar, se recreó en la suerte, el miura alargó el cuello y ahí alcanzó su ingle. No tenía por qué pasar, pero su vergüenza torera pudo más.

- Cree que algún otro torero ha alcanzado la categoría torera de Manolete?

-Hay muchos toreros que han alcanzado una gran categoría a lo largo de su vida, pero nadie como Manolete. Su personalidad era única, era un hombre fuera de lo común, destacaba allí donde estuviera. Si no hubiera sido torero, hubiera despuntado igualmente en la carrera profesional que hubiera escogido. Esa forma de ser, esa personalidad, dentro y fuera de la plaza, que se traducía hasta en su manera de andar, era única. 

 


Quisiera comentar, que en uno de mis viajes a Madrid, estuve en la Cafetería Larry y vi unas fotografías donde intelectuales, de la época de Manolete, rindieron un homenaje al maestro. Ellos vestían esmoquin mientras que él lucía su traje corto y sombrero. Genio y figura del gran Manolete.


Sobre "Manolete" se han escrito ríos de tinta: libros, poemas, artículos, canciones,  películas...no ha habido en la historia un personaje que, cada año en el aniversario de su desaparición, las televisiones, la prensa escrita y las radios de todo el mundo le dediquen espacios. Y es que el viejo dicho lo sentencia bien claro: "Uno no muere nunca si se le recuerda" Y "Manolete" permanece en la memoria de todos". 
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Hasta aquí mi charla con un cordobés entrañable. Da gusto hablar con personas con tanta lucidez que dejan testimonios de acontecimientos y situaciones que forman parte de nuestra cotidiana historia de cada día. Rafael muchas gracias por sus valiosas opiniones.                                           

1 comentario:

  1. Lo de Córdoba con sus toreros no es nuevo, si no apreciaron a Manolete tampoco lo hicimos con muchos otros, ahí está el maestro Finito como ejemplo. En fin, ya he oído comentarios negativos sobre un nuevo torero de Córdoba y no quiero decir más ..es una auténtica vergüenza como tratamos lo nuestro

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