RECONOCIMIENTO A UN PERSONAJE IRREPETIBLE
EL QUERIDO Y AÑORADO FRANCISCO VÁZQUEZ VACAS "EL CANI" VUELVE A SU BARRIO O
UNA
DE LAS CALLES QUE BORDEAN SU VIVIENDA SE HA ROTULADO CON SU NOMBRE
Francisco Vázquez Vacas (conocido
popularmente como El Cani) fue durante ocho años Hermano Mayor de la Hermandad del Santísimo Cristo del Amor y María Santísima
de la Encarnación (esta imagen fue incorporada a la Hermandad durante su
mandato) que se veneran en la Iglesia de Jesús Divino Obrero, en el cerro del
Campo de la Verdad.
Por la entrega de este hombre al barrio y a
la Hermandad la Hermana Mayor Rocío Arranz, en nombre de toda la Cofradía,
solicitó al Ayuntamiento que se rotulara una calle con el nombre de este
entrañable vecino que ayudó a quien pudo y que fue nombrado Cofrade Ejemplar
por la Agrupación de Cofradías cordobesa (2004). Además fue el impulsor de que
en esta cofradía se incluyeran como costaleras a las mujeres (1981) idea que fue
pionera en España y que después copiaron otras hermandades del resto del País.
La calle elegida está situada frente a la
Iglesia y conecta Beato Henares con la
avenida de Granada. Es un sitio que estratégicamente se encuentra próximo a
donde vivía, desde su infancia, Francisco Vázquez Vacas.
Intervinieron en el uso de la palabra el
párroco de Jesús Divino Obrero Antonio Francisco Murillo, la sobrina Inmaculada Aranda y la Hermana Mayor de la Hermandad Rocío Arranz que fue la promotora de la idea
y que luchó hasta haberla visto hecha realidad.
Como es natural no podía faltar una representación de la Banda que el fundara y que dirigida por su hijo José Antonio (profesor de trompeta en el Conservatorio de Música de Montoro) interpretó los pasodobles "Soy cordobés", "Manolete", una composición dedicada a la Hermandad y como cierre el Himno de España.
En la banda también están integradas sus nietas Marta y Andrea (trompeta y percusión).
En resumen todos los que conocimos y admiramos al Cani pasamos un rato muy agradable y sentido al ver que este hombre polifacético y entrañable (tres años después de fallecido) volvía a su amado barrio a quedarse para siempre.
FRANCISCO
VÁZQUEZ VACAS UN CORDOBÉS DE CATEGORÍA
Natural de la localidad cordobesa de Bujalance, su vida fue una vorágine de actividad. De muy jovencito quiso ser torero, y para ello se apunta a la escuela taurina Manuel Rodríguez Sánchez, que dirigía Antonio de la Haba “Zurito”.
Recibió clases de toreo de Rosalito y Esparterito y de gimnasia de Salcines. Llegó a torear varias nocturnas en Cabra y en Los Tejares, pero no progresaba, y como la cosa estaba difícil y no verlo claro decide dejarlo. Entonces se hizo ciclista profesional. Estuvo participando en carreras y competiciones por toda la península durante 30 años. Los últimos como veterano. Consiguió 80 trofeos y 40 medallas. Una de ellas ganada en el Campeonato de España celebrado en Tarragona. También fue campeón de Andalucía de Ciclo-Cross.
Hace 47 años fundó la banda de música Cristo del Amor, que lleva 26 años de titular en nuestra plaza de toros. En ella, Francisco Vázquez Vacas, tocaba la percusión, y posteriormente era el encargado de los cambios de tercio.
En su etapa de ciclista le apodaban El Cani, y se llegó a estrenar un pasodoble compuesto en su honor y titulado “Cani”.
Esta prestigiosa banda, que ahora dirige su hijo José Antonio (profesor de trompeta en el Conservatorio de Música de Montoro), ameniza desde hace años el acto del Pregón Taurino de la Feria.
Durante 8 años, Francisco, fue hermano Mayor de la
Hermandad del Santísimo Cristo del Amor y en su época llegó la Imagen de María
Santísima de la Encarnación.
Francisco Vázquez Vacas era un enamorado de las tradiciones de Córdoba. Sus carrozas obtuvieron muchos premios en las romerías de Santo Domingo y Linares.
Dada su faceta de especialista en pirotecnia, la llamada matutina para el comienzo de las romerías, las hacía siempre el con gran profusión de cohetes. Su experiencia en este campo le hizo responsable de los fuegos artificiales en la feria de Córdoba y otros pueblos de la provincia.
De siempre ha sido un forofo del Córdoba C. F., y fruto de esa pasión por nuestro primer equipo, le hizo fundar la Peña Amigos del Córdoba C. F.
Para acompañar al equipo en sus
desplazamientos, organizaba viajes e instituyó un trofeo con su nombre para el
jugador que marcara el primer gol cada partido.
En una etapa de su vida se hizo fotógrafo
profesional y feriante. Recorría los pueblos con una tómbola y una atracción de
caballitos. Allá donde se desplazaba patrocinaba carreras pedestres y
ciclistas, y entregaba sus correspondientes premios.
Durante los años que la Fundación del Centro Manolete estuvo organizando las novilladas de promoción, instituyó un trofeo para premiar a los chavales triunfadores de la temporada.
Su padre creó el grupo de payasos Los
Califas, y en el formaba parte junto a sus hermanos Pepe y Pedro. Desaparecido
este grupo, no fue hasta mediados de los años setenta cuando lo recupera e
inicia sus actividades contando con su hijo José Antonio y sus sobrinos Javier,
Rafael y Pedro. Fue un grupo muy demandado para fiestas infantiles, verbenas y
actos peñísticos gozando de gran popularidad.
Desde su infancia Francisco
Vázquez Vacas, vivió en el barrio del Campo de la Verdad, muy cerquita de la Iglesia donde se venera al Santísimo Cristo del Amor. En esta zona de la ciudad era muy querido, pues durante varios años regentó un comercio donde se suministraban los vecinos.
Francisco Vázquez Vacas estaba encantado de
haber nacido en esta tierra. Admiraba profundamente a "Manolete" del
que poseía numerosos libros. Amaba las tradiciones cordobesas y solo deseaba que
se mantuvieran para las generaciones venideras. Por eso hizo siempre lo que pudo
para que así fuera.
Infinidad de anécdotas jalonan su vida,
pero les voy a narrar solo una que me contó en una entrevista que le hice para
el libro "Personajes Cordobeses".
"
En un partido de fútbol en Puertollano, el Córdoba metió un gol, y yo como
llevaba siempre cohetes, tiré uno y al rato olía mucho a quemado, y es que al
hombre que estaba sentado en el asiento de adelante le cayeron unas chispas y se
le quemaba la chaqueta. Entonces partí las varillas de los cohetes, me los metí
en el pecho y me largué del lugar. No era cosa de quedarse.
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