ÁLVARO VILLEGAS SE ENFRENTA A SU PRIMERA BECERRA Y FORMA UN
LÍO
EL JOVEN ALUMNO DE LA ESCUELA TAURINA
DE CÓRDOBA SORPRENDIÓ POR SU SOLTURA Y DESTREZA CON LAS TELAS
Ladislao
Rodríguez Galán fotos: Ladis
Álvaro Villegas
"El Villeguita" siempre ha llamado la atención en la Escuela Taurina
de Córdoba por su gracejo y destreza con capote y muleta. Los días de
entrenamiento es un atractivo verle, en medio del ruedo, con su capotillo dando
verónicas de ensueño a un toro imaginario y rematando con una gracia que sorprende
por su torería.
Álvaro es nieto del torero venezolano Nelson Villegas, y por tanto sobrino del también torero Nelson Villegas (hijo) y en su casa cuenta con el apoyo de sus padres que son grandes aficionados. Por eso no es de extrañar que el chico sienta un cariño y afición desmesurado por el mundo del toro. Una pasión tan grande que tuvieron que apuntarlo a la Escuela para calmarle el deseo y la necesidad de ser torero. Y allí, sobre el albero, forja sus sueños de niño (tiene solo nueve años) con un desparpajo hablando y toreando que sorprende a todos.
Su gracia innata quedó demostrada en Canal Sur TV cuando hace dos años, en el programa de María del Monte, fue entrevistado por la presentadora y dejó a todos sorprendidos por sus respuestas inmediatas y certeras. Después ante las cámaras toreó y recibió el aplauso unánime del público que llenaba el estudio.
Todo eso está muy
bien, pero luego cuando sale la "fiera" hay que repetir la escena. Y para
eso precisamente nos desplazamos, este pasado fin de semana, a la finca las
Cruces (Hornachuelos) donde pastan las reses de Manuel Vázquez. Allí se apartó,
para el chico, una becerrita que lo puso
a prueba con resultado de sobresaliente
sobrado.
Testigos del debut
del "pequeño maestro", aparte de la familia más directa, Juan Antonio
"El Califa", su profesor en la Escuela, el propio ganadero y quien hilvana estas
líneas.
Álvaro, que todo se lo toma muy en serio, vive tan
intensamente la Fiesta de los Toros que antes del festejo tuvo unos momentos de
recogimiento orando en su propia capilla.
Su tío Nelson Villegas fue quien paró al animal y enseguida se lo dejó al niño, quien desde que se abrió con el capote intuimos que sería capaz de formar un lío. Y no nos equivocamos.
A las verónicas
entrañables y moviendo muy bien los brazos, continuaron muletazos de buena
factura, primero a compás abierto y después a pies juntos. El chico supo darle
al animal sus tiempos y así el torero no se cansaba de torear ni el animal de
embestir. Un binomio bajo el sol mañanero para enternecer a cualquiera.
La faena, muy bien cimentada por ambas manos, con
naturales de ensueño y redondos interminables con gracia y desmayo, levantaron
los olés y los aplausos de los presentes.
Qué suerte tuvimos los que acudimos porque va a ser difícil de olvidar la gracia y elegancia con que Álvaro movió las telas. Se nota que es un chico que asimila perfectamente las enseñanzas que recibe en la Escuela Taurina.
Como es fácil de adivinar, el torero recibió los
parabienes de todos, incluido el ganadero, hasta el punto que fue sacado de la
plaza a hombros.
Viendo a estos chicos torear con esa rotundidad y
seguridad, los aficionados debemos sentirnos felices porque la base y el futuro
de la Fiesta crece constantemente y nuevos valores surgen sin cesar.
Y todo eso a pesar de la cantidad de enemigos que
rodean a este espectáculo sin igual. Pero cuando sale el toro y se le realizan
faenas tan completas como la que hemos visto hoy entre un niño y una becerra,
la confianza en el futuro se agiganta y pese a quien pese se puede vaticinar,
sin lugar a error, que hay Fiesta para rato.
Enhorabuena pequeño Maestro. Sigue viviendo tu afición
y tu pasión de la misma manera porque así tendrás muchas satisfacciones como la
vivida hoy en las Cruces.
LA CÁMARA ESTABA ALLÍ
Muchísimas gracias esta precioso
ResponderEliminarEsta. extraordinario el comentario y las fotos no digamos fenomenas un abrazo amigo ladi y muchas gracias amigo...
ResponderEliminarAlegra ver que tenemos cantera.necesitamos toreros cordobeses para que volvamos a llenar la plaza. Finito necesita un heredero.
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