jueves, 24 de septiembre de 2020

 

 COLABORACIÓN

"ISLERO" : UNA HISTORIA Y                                  UN DESTINO

             José Luis Prieto Garrido, veterinario

¡Me niego a pensar e imaginar que haya alguien, ya no solo del mundo del toro, sino de la sociedad en general que no haya oído hablar de Islero!

Pero, realmente ¿hay algún lector que no comparta conmigo, que el destino y la fatalidad quiso que toro y torero se encontraran, aquel fatídico 28 de agosto de 1947, en el albero del coso linarense?

Islero no iba para Linares. La corrida al completo estaba destinada para el ciclo ferial de Murcia.

Amargoso, Azafrán, Curtidor, Latiguero, Papirote, y, por supuesto, Islero, no tenían el destino de la localidad jienense. Su destino era la capital murciana.

Manolete era criticado en el sentido de que se le recriminaba el lidiar toros de ganaderías fáciles, pero, más lejos de la realidad. Manolete lidiaba los mismos que los demás toreros. Tengan en cuenta, que tras la Guerra Civil, los toros que hubo en el campo, en los seis u ocho años siguientes, eran los que había. La Guerra finalizó en 1939, luego, los primeros toros nacidos tras esa fecha se lidiarían en 1943.

Pero volvamos a la historia.

Camará, apoderado de Manolete, apoyado por la cuadrilla de confianza del diestro, y para acallar críticas, acuerda con D. Eduardo Miura, y habida cuenta de que no disponía de más toros, la corrida de Murcia, enviarla a Linares.

Además, se sumaba un aliciente más. La figura de Luis Miguel DOMINGUÍN, un joven torero, ambicioso, que estaba despuntando y emergiendo como rival del diestro cordobés.

Islero, “el toro que mató a Manolete”, dice la mayoría. Pero, realmente, ¿a Manolete lo mató Islero?

28 de agosto de 1947. Plaza de toros de Linares (Jaén). Seis de la tarde. Corrida de toros de la ganadería de D. Eduardo Miura.

Diestros, Rafael Vega GITANILLO DE TRIANA, Manuel Rodríguez MANOLETE y Luis Miguel DOMINGUÍN.

Islero tocó en el sorteo a Gitanillo de Triana, íntimo amigo personal de Manolete, con quien lo cambió.

Manolete, en su primer toro no había tenido suerte. Una faena nada más que aceptable sin haber cortado oreja, mientras que Luis Miguel Dominguín ya llevaba dos en su saco.

Islero era el quinto de la tarde, hijo de Islera, un toro negro, entrepelado, marcado con el número 21 en el costillar, herrado arriba como se hacía con todos los de la línea de Alvareda. No fue un toro grande, y menos al tratarse de la ganadería de procedencia. Pesó 295 kgs. de canal, lo que equivaldría a apenas 500 kgs. de peso vivo.

Manolete, ya desde el primer momento pudo adivinar las malas condiciones del toro, lo muleteó por bajo, parándose en unos inmensos derechazos y cinco tremendas manoletinas, dos ayudadas por alto. Entró a matar un poco sesgado, de dentro a fuera, tuvo el inmenso fallo de marcar mucho el volapié, lo que dio tiempo al morlaco a arrancarse a la vez para clavar el cuerno derecho. La cornada fue seca, lo volteó y cayó al suelo.

Lo que después pasó allí fue un cúmulo de fatalidades y desaciertos, comenzando por la equivocación de la puerta por la que habría que llevarlo a la enfermería. El Dr. Fernando Garrido realizó las primeras suturas y transfusiones, que por cierto, curiosamente el primer donante fue un policía de nombre Juan Sánchez, logrando cortar la hemorragia y estabilizando al torero, hasta el punto de que éste pidiera unas caladas de un cigarrillo.

Manolete, tras cruzar unas palabras con los miembros de su cuadrilla, fue trasladado al hospital de Los Marqueses de Linares, donde se le practicó una nueva transfusión con un plasma noruego que había sido importado unos meses antes para atender la tragedia del accidente producido por la explosión de un polvorín de la Armada en Cádiz. Ese plasma ya se había utilizado, con resultados bastante negativos.

El Dr. Garrido se negó a ella, pero el Dr. Giménez de Guinea, amigo personal de Manolete insistió y decidió llevarla a cabo.

“No veo nada”, fue lo primero que dijo el Califa. Y murió tras diez horas de agonía.

Ante esto, y mucho más que hay escrito pero que he resumido, Islero hirió de gravedad a Manolete, si, pero tras la operación del Dr. Garrido es muy probable que se hubiera recuperado. Creo que esa segunda transfusión de sangre que ya había tenido muchos problemas en Cádiz, que podría estar contaminada, fue lo que realmente pudiera haber acabado con la vida de uno de los diestros más grandes de la historia de la tauromaquia.

Pasan los años, y hoy, 73 años después, me queda la duda justificada de si realmente Islero mató a Manolete.

 

 

                                                                                  

 

 

 

 

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