HERRADERO Y
TENTADERO EN "EL RODEO"
"CHIQUILÍN"
, QUE TOREÓ, ACTUÓ COMO DIRECTOR DE LIDIA
Ladislao Rodríguez
Galán
Nadie duda que la Costa del Sol es uno de
los atractivos más importantes de España, de cara al turismo. Sus playas, su
gastronomía, y sobre todo el enorme porcentaje de días de sol en el transcurso
del año, hacen de este rincón de nuestra tierra un encantador lugar para todo
el que lo visita.
Pero en la Costa del Sol, justamente, en Marbella, entre
San Pedro de Alcántara y Puerto Banús hay una franja de 30 hectáreas donde
pasta la prestigiosa ganadería de bravo de "El Rodeo".
Para el día 12 de octubre, día del Pilar,
el ganadero Manuel Martín Gavira preparó el herradero de las reses que habían
nacido en este año de 2019. Fueron en total cuarenta ejemplares (24 hembras y
16 machos).
"Chiquilín" y el que escribe,
fuimos invitados junto a nuestras respectivas esposas a participar de esta
jornada auténticamente campera.
Visitar el campo bravo y vivir las labores
que se realizan en torno al toro supone un disfrute inenarrable para los que
amamos la Fiesta.
En el traslado de Córdoba a Marbella, con
la carretera envuelta en nubes bajas, no nos faltaron gotas de lluvia intermitente y suave que,
lamentablemente, no va a mitigar la necesidad de agua que tiene el campo
andaluz. Pero bueno, parece que en breve llegará de una vez el otoño y con él
las deseadas lluvias.
Una vez llegamos a la finca "El
Rodeo", con el sol brillando en un radiante cielo azul, nos recibió el ganadero, Manuel Martín
Gavira, persona educada y entrañable que
dió orden de comenzar el herradero.
La supervisión y control de las reses que
se iban a herrar y marcar corrió a cargo del veterinario Joaquín Santaolalla.
El herradero se realizó a la usanza
moderna, o sea pasando los animales por el mueco, uno a uno, y herrándose de
pié. Esta manera facilita mucho la labor, siendo más rápida y necesitando de
menos personal para llevarla a cabo.
El ganadero y su esposa Antonia, habían
invitado a unas cincuenta personas para presenciar estas clásicas y genuinas
tareas camperas como son el herradero y posterior tentadero.
Participaron activamente los hermanos
Daniel y Raúl Duarte, "El Rondeño", Ignacio Duarte, José Ángel Moreno
y Juanillo el mayoral.
El mismo ganadero herró algunas reses y
también le cedió el honor al maestro
"Chiquilín".
El herradero comenzó a las 9,30 de la
mañana y a su conclusión y tras tomar un refrigerio nos dirigimos a la placita
de tientas, cuyas vistas no son paisajes espectaculares de la madre naturaleza,
por el contrario los paisajes son urbanizaciones, porque esta ganadería está
enclavada en una zona que ha ido rodeándose de bloques y chalets hasta dejarla
como una isla. La gente sale a sus terrazas y puede ver a los toros pastando tranquilamente a pocos metros de distancia.
REAPARICIÓN
DE "CHIQUILÍN"
Como gentileza a sus invitados el ganadero
apartó dos becerras para un breve pero intenso tentadero. Y no deja de ser
curioso que de fondo en las instantáneas que tomamos los modernos edificios se
recortaban como testigos mudos de las faenas.
Como ya hemos comentado
"Chiquilín" era el director de lidia y paró a las becerras y,
después, con suavidad y temple las llevó al caballo. Los dos animales
cumplieron sobradamente acudiendo al picador, desde las diferentes distancias
marcadas, con alegría y buen son.
Ya con la muleta el maestro
"Chiquilín" volvió por sus fueros, y tras cerca de tres años sin
ponerse delante, le enjaretó a las bravas becerras, que tenían una calidad
enorme, muletazos por ambas manos con enjundia, calidad y temple que parecían
que nunca se había ido de estos menesteres.
Y es que Rafael fue fiel a su
estilo personal que tanta gloria le dio: verticalidad, seguridad, mando y
temple y el remate de sus inigualables pases de pecho, sacándose al animal por
el hombro derecho. "Chiquilín" en esencia pura.
Tanto el ganadero como todos los presentes
jaleaban cada pase con la alegría reflejada en el rostro por ver tan buen
toreo.
Tuvieron, igualmente oportunidad de torear
Daniel y Raúl Duarte, Francisco Carrasco "El Rondeño" y José Ángel
Moreno y todos estuvieron a la altura de los animales que tenían enfrente. Y es
que cuando el ganado muestra bravura, raza y calidad todo el que coge una
muleta disfruta.
Una vez más demostró Manuel Martín
Gavira que poniendo cariño, pasión y trabajo se alcanzan las metas soñadas.
Enhorabuena.
Y a comer. Tras una buena muestra de embutidos, rico jamón y queso, todo regado con vino de la tierra, se sirvió un exquisito arroz mediterráneo condimentado por Antonia y Mari, manos de ángeles en el tema culinario.
BREVE
HISTORIA DE LA GANADERÍA
El nombre de "El Rodeo" es el
mismo que tiene la finca, que de estar aislada se ha ido rodeando de
urbanizaciones, que en nada alteran el desarrollo de las actividades de la
ganadería.
Nos cuenta Manuel que su hermano Juan era
muy aficionado y en una finca que poseía varios kilómetros más al oeste tenía
unas vacas para torearlas porque era torero sin caballos, sin ambición pero
lleno de ilusión.
Un día me pidió si las podía traer aquí a
mi finca y me envenené con su crianza.
Entonces le compré a mi amigo José
García Guillén de la ganadería "Madroñiz" (Belalcazar, Córdoba) un
lote de vacas y el semental "Generoso", negro burraco que fue
indultado por Francisco Ruiz Miguel y
fundé mi propia ganadería.
Hoy está compuesta de 150 cabezas con algo más de
cincuenta vacas de vientre y tres sementales.
"Estoy recibiendo muchas
satisfacciones - me comenta Manuel-
con el producto que estoy criando. He
sabido tener paciencia y no tener prisas. En el mundo del toro no hay que
correr. Con prudencia e ilusión se llega a la meta".
Manuel no tiene ambición ni espera ser una
ganadería de lujo para las figuras, dentro de su sencillez y modestia solo
ansía tener una ganadería que le haga inmensamente feliz con los éxitos que va
consiguiendo cada tarde que lidia.
Manuel está muy agradecido a Ruiz Miguel,
su amigo del alma, que le inauguró la placita de tientas (4-4-2009) con la vaca
"Luchadora" marcada con el
número 1 y del hierro de "El Rodeo".
GALERÍA DE FOTOS
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