domingo, 13 de octubre de 2019


HERRADERO Y TENTADERO EN "EL RODEO"
"CHIQUILÍN" , QUE TOREÓ, ACTUÓ COMO DIRECTOR DE LIDIA


Ladislao Rodríguez Galán
Nadie duda que la Costa del Sol es uno de los atractivos más importantes de España, de cara al turismo. Sus playas, su gastronomía, y sobre todo el enorme porcentaje de días de sol en el transcurso del año, hacen de este rincón de nuestra tierra un encantador lugar para todo el que lo visita.
Pero en la Costa del Sol, justamente, en Marbella, entre San Pedro de Alcántara y Puerto Banús hay una franja de 30 hectáreas donde pasta la prestigiosa ganadería de bravo de "El Rodeo".


Para el día 12 de octubre, día del Pilar, el ganadero Manuel Martín Gavira preparó el herradero de las reses que habían nacido en este año de 2019. Fueron en total cuarenta ejemplares (24 hembras y 16 machos).
"Chiquilín" y el que escribe, fuimos invitados junto a nuestras respectivas esposas a participar de esta jornada auténticamente campera.

Visitar el campo bravo y vivir las labores que se realizan en torno al toro supone un disfrute inenarrable para los que amamos la Fiesta.
En el traslado de Córdoba a Marbella, con la carretera envuelta en nubes bajas, no nos faltaron  gotas de  lluvia intermitente y suave que, lamentablemente, no va a mitigar la necesidad de agua que tiene el campo andaluz. Pero bueno, parece que en breve llegará de una vez el otoño y con él las deseadas lluvias.
Una vez llegamos a la finca "El Rodeo", con el sol brillando en un radiante cielo azul,  nos recibió el ganadero, Manuel Martín Gavira,  persona educada y entrañable que dió orden de comenzar el herradero.


La supervisión y control de las reses que se iban a herrar y marcar corrió a cargo del veterinario Joaquín Santaolalla.
El herradero se realizó a la usanza moderna, o sea pasando los animales por el mueco, uno a uno, y herrándose de pié. Esta manera facilita mucho la labor, siendo más rápida y necesitando de menos personal para llevarla a cabo.
El ganadero y su esposa Antonia, habían invitado a unas cincuenta personas para presenciar estas clásicas y genuinas tareas camperas como son el herradero y posterior tentadero.
Participaron activamente los hermanos Daniel y Raúl Duarte, "El Rondeño", Ignacio Duarte, José Ángel Moreno y Juanillo el mayoral.
El mismo ganadero herró algunas reses y también  le cedió el honor al maestro "Chiquilín".

El herradero comenzó a las 9,30 de la mañana y a su conclusión y tras tomar un refrigerio nos dirigimos a la placita de tientas, cuyas vistas no son paisajes espectaculares de la madre naturaleza, por el contrario los paisajes son urbanizaciones, porque esta ganadería está enclavada en una zona que ha ido rodeándose de bloques y chalets hasta dejarla como una isla. La gente sale a sus terrazas y puede ver a los toros  pastando tranquilamente a pocos metros de distancia.

REAPARICIÓN DE "CHIQUILÍN"

Como gentileza a sus invitados el ganadero apartó dos becerras para un breve pero intenso tentadero. Y no deja de ser curioso que de fondo en las instantáneas que tomamos los modernos edificios se recortaban como testigos mudos de las faenas.

Como ya hemos comentado "Chiquilín" era el director de lidia y paró a las becerras y, después, con suavidad y temple las llevó al caballo. Los dos animales cumplieron sobradamente acudiendo al picador, desde las diferentes distancias marcadas,  con alegría y buen son.
Ya con la muleta el maestro "Chiquilín" volvió por sus fueros, y tras cerca de tres años sin ponerse delante, le enjaretó a las bravas becerras, que tenían una calidad enorme, muletazos por ambas manos con enjundia, calidad y temple que parecían que nunca se había ido de estos menesteres. 
Y es que Rafael fue fiel a su estilo personal que tanta gloria le dio: verticalidad, seguridad, mando y temple y el remate de sus inigualables pases de pecho, sacándose al animal por el hombro derecho. "Chiquilín" en esencia pura.
Tanto el ganadero como todos los presentes jaleaban cada pase con la alegría reflejada en el rostro por ver tan buen toreo.
Tuvieron, igualmente oportunidad de torear Daniel y Raúl Duarte, Francisco Carrasco "El Rondeño" y José Ángel Moreno y todos estuvieron a la altura de los animales que tenían enfrente. Y es que cuando el ganado muestra bravura, raza y calidad todo el que coge una muleta disfruta.
Una vez más demostró Manuel Martín Gavira  que poniendo cariño, pasión  y trabajo se alcanzan las metas soñadas. Enhorabuena.

Y a comer. Tras una buena muestra de embutidos, rico jamón y queso, todo regado con vino de la tierra, se sirvió un exquisito arroz mediterráneo condimentado por Antonia y Mari, manos de ángeles en el tema culinario. 


BREVE HISTORIA DE LA GANADERÍA

El nombre de "El Rodeo" es el mismo que tiene la finca, que de estar aislada se ha ido rodeando de urbanizaciones, que en nada alteran el desarrollo de las actividades de la ganadería.
Nos cuenta Manuel que su hermano Juan era muy aficionado y en una finca que poseía varios kilómetros más al oeste tenía unas vacas para torearlas porque era torero sin caballos, sin ambición pero lleno de ilusión.
Un día me pidió si las podía traer aquí a mi finca y me envenené con su crianza. 
Entonces le compré a mi amigo José García Guillén de la ganadería "Madroñiz" (Belalcazar, Córdoba) un lote de vacas y el semental "Generoso", negro burraco que fue indultado por Francisco Ruiz Miguel  y fundé mi propia ganadería. 
Hoy está compuesta de 150 cabezas con algo más de cincuenta vacas de vientre y tres sementales.
"Estoy recibiendo muchas satisfacciones - me comenta Manuel-
con el producto que estoy criando. He sabido tener paciencia y no tener prisas. En el mundo del toro no hay que correr. Con prudencia e ilusión se llega a la meta".
Manuel no tiene ambición ni espera ser una ganadería de lujo para las figuras, dentro de su sencillez y modestia solo ansía tener una ganadería que le haga inmensamente feliz con los éxitos que va consiguiendo cada tarde que lidia.
Manuel está muy agradecido a Ruiz Miguel, su amigo del alma, que le inauguró la placita de tientas (4-4-2009) con la vaca "Luchadora" marcada con el número 1 y del hierro de "El Rodeo".

 Nos despedimos del matrimonio que nos trató a todos los invitados con la categoría personal que les caracteriza y al salir a la carretera era curioso ver por el retrovisor el ganado bravo y al frente el mar mediterráneo. Enclave de privilegio para una ganadería que esta escalando, sin prisa pero sin pausa, los peldaños de la máxima gloria del campo bravo.

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