ÁLVARO ALFONSO FORMA UN LÍO EN LA
REAL MAESTRANZA, PERO LO ESTROPEA TODO CON
EL DESCABELLO
LA ÚLTIMA NOVILLADA DEL CICLO TUVO UN GRAN NIVEL
Ladislao Rodríguez Galán
En cinco días dos alumnos de la Escuela Taurina de Córdoba, Ortiz de Llera en Prado del Rey y Álvaro Alfonso en la Real Maestranza de Sevilla, han cuajado faenas merecedoras de premio sonado, pero ambos vieron
truncadas sus opciones de triunfo grande por el mal uso del acero.
Álvaro Alfonso hacía el paseíllo en la plaza del Baratillo
como integrante del cartel de la tercera y última novillada celebrada dentro
del XXXIV Ciclo de Promoción de nuevos Valores de la Tauromaquia, que organiza
la empresa de la plaza sevillana con la colaboración de la Real Maestranza de
Caballería de Sevilla.
En noche de temperatura muy agradable y con medio aforo lleno de un público muy animoso con los chavales, se lidió un encierro de Juan Pedro Domecq, bien presentado y
de juego desigual.
El representante de la Escuela de Córdoba, Álvaro Alfonso,
actuó en segundo lugar y desde el primer momento se metió al público en el
bolsillo por su decisión, entrega, estilo y clase en su concepción del toreo.
El joven recibió a su oponente arrodillado a la puerta de chiqueros para
instrumentarle tres largas cambiadas y dos afarolados que pusieron a la plaza
de pie en medio de una atronadora ovación. Ese fue el preludio de una actuación
completísima donde Álvaro no se dejó nada dentro.
Entendió perfectamente a su
eral y conecto de inmediato con los tendidos que le jaleaban constantemente. El
animal repetía y seguía la muleta que le mostraba el chaval con bravura y
codicia. Fueron series por ambas manos con mucho gusto y precisión. Faena
compacta y de una excelente factura. Toda la plaza puesta de acuerdo cuando
cerraba las series con ajustados pases de pecho.
Álvaro se mostró firme en toda su faena, sin
dudar ni una vez. Muy resuelto y con cabeza supo y pudo enhebrar una labor
continuada en la que no se dejó nada dentro. Entregado de principio a fin y con
una gran personalidad. Y eso el publico lo percibe. Por eso cuando montó la
espada toda la plaza empujó con él. Un estoconazo hasta las cintas hizo aflorar
los primeros pañuelos blancos. Pero el animal no doblaba. Llegó un aviso y los
nervios comenzaban a hacer mella en el torero y en los presentes.
Todo el mundo
quería el éxito de este chaval, conseguido a ley. Pero no hubo más remedio que utilizar el
descabello y ahí se desmoronó toda la arquitectura de una obra perfectamente
realizada. Necesitó de dos agresiones y aunque la petición era incesante, el
presidente consideró que dos golpes de verduguillo cerraban toda opción de triunfo.
Un triunfo incontestable, que lamentablemente escapó, pues
estamos seguros que de haber concedido el palco una oreja el público habría pedido la segunda dada la
rotundidez de la labor realizada. La clamorosa vuelta al ruedo
mitigó, en parte, el disgusto que se reflejaba en la cara del diestro.
Pero le
supo a poco porqué se jugaba estar en la final del ciclo de estas novilladas.
Nosotros nos quedamos con el sabor y el recuerdo de una
elaborada y completísima faena.
Abría cartel Rafael Camino de la Escuela Taurina de Camas
(Sevilla) que recibió a su novillo con
una larga cambiada. La faena con la franela la comenzó de hinojos dando dos
pases cambiado por la espalda.
Ya erguido siguió toreando con gusto por las dos
manos. Terminó con una manoletinas de rodillas. Mató de una estocada y tras
petición de oreja, sin ser atendida por el palco, dio una ovacionada vuelta al
ruedo.
En tercer lugar actuó Jaime González "Écija", de la
Escuela Taurina Municipal de Écija, que a la postre resultó el triunfador de la
noche al conseguir cortar una oreja tras una labor que comenzó de rodillas
toreando en redondo.
Su faena, de más a menos, culminada con estocada casi
entera, le puso en las manos el único trofeo de la noche.
A continuación Álvaro Burdiel de la Escuela Taurina "José Cubero Yiyo", de Madrid,
estuvo muy animoso y aunque sufrió varios desarmes, consiguió pases de calidad
ante un novillo que embestía descompuesto.
Tampoco se libró de volteretas. Tras
pinchazo y estocada, el público le premió con una gran ovación a la que el
chaval correspondió desde los medios.
El quinto novillo correspondió a "El Niño de las
Monjas" de la Escuela Taurina de Valencia, que estuvo muy entregado y animoso.
Sufrió una fea voltereta toreando de rodillas (afortunadamente sin
consecuencias) y se volvió a arrodillar sin mirarse siquiera.
Necesitó de tres
pinchazos, estocada y varios
descabellos, tras aviso. Fue ovacionado.
Cerraba la noche Francisco Fernández, de la Escuela Municipal
de Tauromaquia de Algeciras, un chaval muy puesto que gustó al público. Toreó
muy requetebién por ambas manos. Necesitó de pinchazo y estocada, tras aviso, y
fue ovacionado.
Así se puede resumir el tercer festejo que dio paso a la gran final
en la que estarán compitiendo, según veredicto del jurado:
Uceda Vargas de la
Escuela Municipal de Tauromaquia de Camas (Sevilla).
Solal Calmet
"Solalito", de la Escuela Taurina del Campo de Gibraltar .
Jaime González "Ecija" de la Escuela Municipal de
Tauromaquia de Écija.
Los tres consiguieron cortar una oreja en sus respectivas
actuaciones y las bases recogen que pasarían a la gran final los triunfadores
del ciclo.
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