martes, 2 de marzo de 2021

 

MEZCLA DE ESTILOS TOREROS EN "LA ZAMARRONA"

ESCRIBANO, MARÍN, OLSINA Y MEMBRIVES TIENTAN TRES MACHOS Y DOS HEMBRAS DE ALTA NOTA


Ladislao Rodríguez Galán                                                       fotos: Ladis

Si pudiera ser que de una puñetera vez la Covid 19 nos dejara en paz y la vida volviera a recuperar el pulso y su trajín, el  mundo cogería el paso enseguida, porqué hay  ganas y deseos de todo. Cuando se pierde lo que se tiene, por mínimo que sea, es cuando más se valora lo que disfrutábamos. Y con  el virus hemos perdido lo mejor que teníamos: la libertad.

Confinados, obligados a cumplir horarios a rajatabla sin la movilidad necesaria, incluso para poder visitar a un familiar o a un amigo residente en otra provincia, o simplemente poder reunirte a tomar una caña o un café, la vida se convierte en un martirio.

Por eso cuando descuelgas el teléfono y te comunican que en breves días  se va a celebrar un tentadero, cuentas las horas con la impaciencia del niño que espera la noche de reyes magos.

Y eso me ha pasado tras un largo paréntesis de sequía informativa-taurina -campera, porque un tentadero no deja de ser un espectáculo extraordinario para a quienes nos apasiona el mundo del toro. Ese mensaje es como una bocanada de aire fresco en pleno rostro. Volver a reencontrarte con la naturaleza es una bendición de Dios.

Y tal como estaba previsto, el día anunciado (1-3-2021) enfilamos hacia la finca "La Zamarrona" en el término municipal de El Pedroso (Sevilla).

Portadores de nuestra autorización oficial para desplazamientos profesionales, llegamos a la finca sin ningún contratiempo. Allí nos aguardaba, con la amabilidad y simpatía que le caracteriza, el titular de la ganadería Juan Arenas ( que hace unos días ha dejado, tras 18 años, la presidencia de la Asociación Nacional de Criadores de Toros Bravos) y su encantadora hija Carlota (futura portadora de las riendas y el destino de la ganadería). Por el amor y la afición que le tiene al ganado bravo, auguramos a la joven Carlota una próspera y exitosa trayectoria.

Por la noche habían caído cuatro gotas que, además de al campo, vinieron como anillo al dedo para el piso del ruedo. Pero el día abrió enseguida y quedó radiante.

Tras un exquisito desayuno molinero nos dirigimos a la plaza de tientas. En la caravana de coches nos precedían los profesionales responsables de las tareas camperas, encabezados por los maestros Manuel Escribano y Ginés Marín, el novillero francés afincado en Sevilla, Carlos Olsina y el alumno de la Escuela Taurina de Córdoba Andrés Membrives.

En los corrales esperaban dos erales, un utrero y un toro de 16 años de aparatosa encornadura y dos  vacas.,

MANUEL ESCRIBANO

Al filo del mediodía se dio suelta al toro. Un ejemplar colorao que ya ha cumplido con su misión de padrear dando muy buenos productos.

Escribano lo recibió con unas verónicas de buen trazo, antes de que el animal entrara al caballo desde las distancias que le fue señalando el ganadero. Siempre lo hacía trotando con alegría y con fijeza.

Con la pañosa en la mano, el maestro de Gerena lo fue sometiendo con poder y técnica hasta que el animal, olvidado por completo de su lejana tienta, se dejó llevar por el toreo en redondo y los naturales que surgían del buen hacer de Escribano. A pesar de su edad, el toro no se acobardó y seguía los vuelos con la raza, que en su día le elevaron a semental. Buena faena, al estilo del mejor Escribano, ante un ejemplar que nunca abrió la boca. Una contundente estocada terminó con la vida y obra de este magnífico toro, fundamental para la reproducción en la ganadería pero que ya había cumplido su ciclo.

Todavía tuvo Escribano la ocasión de lucirse nuevamente en la lidia al enfrentarse a uno de los dos erales que se tentaron. Fue un ejemplar colorao, chorreao en verdugo, de una lámina preciosa, que ya en el capote mostró  sus grandes virtudes. ¡Qué hermoso es ver las repetidas entradas de un toro bravo al caballo!, sin renunciar nunca a la pelea.

Ante un ejemplar de esta categoría, ni que decir tiene que Manuel Escribano volvió a dejar patente su buen momento de forma y su concepto del toreo.  La muleta se mecía al son del impulso del maestro y el toro la seguía, humillado y entregado al poderío del diestro.

En la vaca que tentó, un animal que se iba a desechar por que lleva dos años que no pare y se pensó darle otro margen de tiempo, el torero estuvo  superior ante una vaca brava y noble que tuvo un  comportamiento excepcional, tanto con el caballo como con las telas, no cansándose nunca  de embestir y arrastrando el hocico por la arena. Escribano simuló, con éxito, la suerte de banderillas.

Manuel Escribano dejó su sello particular en el ruedo de "La Zamarrona". Su estilo personal.

 GINÉS MARÍN

El segundo en liza fue Ginés Marín,  quien se enfrentó a un utrero colorao, igualmente de lámina preciosa. Sus ajustados lances de recibo fueron un anticipo de la colosal faena, impregnada de arte y técnica, que le realizó a su antagonista, que como los dos ejemplares anteriores también hizo una brava pelea en varas.

Marín lo fue sobando hasta hacerse con la voluntad del morlaco. Pases, por ambas manos,  con poso,  calidad, pureza y sentimiento, llevando siempre al toro sometido. Incluso se permitió un desplante con los pitones rozándole el muslo. Magistral Marín en este toro.

Con la vaca que tentó volvió a encandilar a los presentes. Clase y técnica fue la tarjeta de visita que dejó Marín en "La Zamarrona". Su estilo personal.

 CARLOS OLSINA

El novillero francés, al que ya habíamos visto en varias ocasiones en tentaderos anteriores, en esta misma casa, volvió a confirmarnos su buen hacer y su manera limpia de ejecutar el toreo. Para él fue el segundo eral (negro zaíno) al que recibió con capotazos de buena factura. Luego ya, franela en ristre, realizó una faena muy bien hilvanada, con pases de todas las marcas y redondos interminables. Este joven novillero  en continuo progreso, arde en deseos de que la temporada se normalice y pueda demostrar ante el público que hay madera de gran torero.


Carlos Olsina también dejó en "La Zamarrona" destellos de su estilo personal.

ANDRES MEMBRIVES

Ante tanta clase torera y bravura, no se acomplejó ni quedó atrás Andrés Membrives, alumno de la Escuela Taurina de Córdoba, que  volvió a Córdoba henchido de felicidad por haber podido torear junto a dos maestros y sobre todo por su decisión de ponerse delante del toro, y aunque recibió una voltereta volvió a la cara y consiguió enjaretarle algunos pases aceptables. 


Luego con las dos vacas, más asentado y preciso, pudo torear a placer. Este chico evoluciona a pasos agigantados. Ese es el camino.


Andrés Membrives dejó en "La Zamarrona" chispazos de su estilo personal.

Esto dio de sí una jornada campera de alto voltaje, por los toreros, por el ganado y por las atenciones de Juan Arenas y su hija Carlota.

Manuel escribano estuvo acompañado por su apoderado José Luis Moreno y, al igual que Ginés Marín, auxiliado por parte de su cuadrilla.

 Juan Antonio García "El Califa", acompañó a su alumno Andrés Membrives.

Dispuesto a intervenir, en caso necesario, estuvo siempre atento el doctor Rubén Ruiz- Mateos.

Asistieron, entre otros invitados, Antonio Arenas Casas y su hermano Fabián.

La labor veterinaria corrió a cargo de Antonio Benito.

Raúl López fue el piquero encargado de amoldar las embestidas de la reses.

IMÁGENES 










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