HACE 60
AÑOS QUE “EL CORDOBÉS” DONÓ LA ESTATUA DE SÉNECA A LA CIUDAD DE CÓRDOBA
SIN
EMBARGO NUNCA HA LUCIDO UNA PLACA QUE EXPLIQUE ESE GESTO DEL GRAN TORERO
Ladislao
Rodríguez Galán fotos: Ladis
Del 7
al 12 de septiembre de 1965 se celebró en nuestra ciudad un Congreso
Internacional de Filosofía en conmemoración del XIX centenario de la muerte de
Lucio Anneo Séneca.
A este Congreso asistieron alrededor de doscientas personalidades del mundo de la Filosofía venidas de lugares tan dispares como China, EE.UU, India, Alemania, Francia, Brasil…etc, y se organizó en cuatro ponencias: Séneca y la idea de Sabiduría, Séneca y la unidad del Género Humano, Séneca en la Historia del Pensamiento y Séneca y el Cristianismo. Todas las sesiones se desarrollaron en el Salón de Mosaicos del Alcázar de los Reyes Cristianos.
Con motivo de este Congreso el Ayuntamiento, presidido por Antonio Guzmán Reina, pensó erigir una estatua a Séneca (la primera que se le levantaba en su ciudad). La idea fue muy bien aceptada por toda la Corporación, pero había que buscar un espónsor que financiara parte de la obra.
Manuel Benítez no solamente estuvo de acuerdo sino que dijo que todo el importe lo sufragaba el y donaba la estatua a la ciudad de Córdoba.
Como no dio tiempo al artista a fundir la estatua en bronce, y para descubrirla antes de que se marcharan los filósofos reunidos en nuestra ciudad, el escultor hizo una copia en escayola que fue la que se inauguró, hasta que se colocara la definitiva.
De aquella inauguración se van a cumplir sesenta años. La estatua sigue ahí, pero lo que no está por ninguna parte es una placa que indique al visitante que este Séneca, que preside la Puerta de Almodóvar y da entrada al barrio judío, fue una donación a Córdoba de uno de los toreros más importantes de la historia de la Tauromaquia.
El
escultor Amadeo Ruiz Olmos, que tenía el taller en la calle Sánchez de Feria,
se acercaba todos los días a la taberna Casa Rubio, en la puerta de Almodóvar,
a tomarse su copita de vino.
El
propietario del bar, José María Jiménez, le atendía y charlaba a diario con él.
Un día el escultor le pidió permiso para utilizar su imagen como modelo para la
estatua de Séneca que le había encargado el Ayuntamiento y que se colocaría
solo a unos metros de la típica taberna.
El
tabernero no tuvo inconveniente y Ruiz Olmos se trajo arcilla de su taller y en
el patio de la taberna le fue modelando la cabeza y la cara y luego en unas
sesiones en el estudio le sacó la expresión de la mirada y lo acabó.
Así que
la cara de Séneca es la de José María Jiménez afamado tabernero cordobés.
Su
nieto, Antonio Jiménez, conocido peluquero de la puerta de Almodóvar, me cuenta
que cuando pasa delante de la estatua ”de su abuelo” se santigua y le musita
una oración.
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