Escribe: José María Portillo
Fabra
Presidente de la Tertulia Taurina "El Castoreño"
del Real Círculo de la Amistad.
Durante 29 ediciones, la Tertulia Taurina "El Castoreño" ha venido
organizando en el Salón Liceo del Real Círculo de la Amistad el Pregón Taurino
de la Feria de Córdoba. Pero el presente año me hice una pregunta al
enfrentarme a la tarea: ¿Dos corridas de toros de a pie, organizadas
una de ellas en un recinto ya previstamente casi vacío, y la
otra con ese recinto previstamente medio vacío,
situado además el recinto a cuatro o cinco kilómetros de los
farolillos, la bulla, las casetas y la antiguamente llamada
"Calle del Infierno", separados
toros y fiestas por una ciudad absolutamente vacía, en la cual no se
veía ni siquiera un cartel de toros, podrían identificarse por
alguien como una feria taurina? Pues no. Porque una feria taurina, por
definición, debe inundar la ciudad con su ambiente, con
ese aroma a toros que se iniciaba en las taquillas de "La Teatral" situadas en Las
Tendillas, seguía con la estatua ecuestre de "Lagartijo" incorporando
al Gran Capitán, y c en los escaparates de las calles Gondomar, la
de "Guerrita" por
antonomasia, y Concepción, la de "Machaquito",
extendiéndose por bares, restaurantes y hoteles de toda la
ciudad, desde la Calle de la Plata hasta el final de la Ciudad Jardín para
desembocar en el coso de Los Califas, sembrada Córdoba
de carteles que eran un grito en la pared diciendo: "¡A los toros!". Y
la tauromaquia estaba presente, por ósmosis, en todos los
rincones de la ciudad, de Santa Marina a la Casa de Manolete, del jardín del
Alpargate al Campo de la Verdad. Eso era la feria taurina. Algo que alcanzaba a
todos. Algo, por tanto, mucho más importante que las propìas corridas de toros.
Pero en el presente año toda la ambientación la constituían pobrísimas
octavillas y dos voluntariosos escaparates con motivos alusivos.
Dos
tardes a pie y una a caballo y la becerrada de convite a las mujeres que
por amor propio organiza el Círculo Taurino. Y nada
más. En todo el año.
De forma que considerando lo anterior, modifiqué
el titulo de los carteles del pregón, que siempre había sido el
de Pregón Taurino de la Feria de Córdoba, por una
mención que permitiera anunciarlo sin ser tomados a
broma. Y opté por titularlo sencillamente Pregón Taurino
de Córdoba, porque en nuestra ciudad, aunque no exista la
feria taurina, lo taurino siempre será digno de ser pregonado.
Y
así pronunciaron un magno Pregón Taurino para Córdoba la doctora
María Ángeles Grajal y el histórico maestro Jaime Ostos,
oradores de excepción que dedicaron sus palabras a una ciudad
excepcional dotada de una tauromaquia también excepcional. Y se
reprodujo en el Salón Liceo un verdadero ambiente de feria taurina,
de Feria de Córdoba de las de antes. ¡Cómo disfrutó el maestro Jaime
asediado por admiradores y coleccionistas de fotos, igual
que cuando entraba capote al brazo en los patios de cuadrillas! ¡Y
cómo se emocionó abrazando a sus alternantes de otras épocas
como José María Montilla, El Puri y Manolo Sánchez
Saco! ¡Y qué nostalgia para los cordobeses más recientes
ver otra vez mano a mano a "Finito"
y a "Chiquilín"! Y
después, María Ángeles se entregó en un Pregón lleno de belleza
y majeza y rotundo desde el título, y lleno de sapiencias y
experiencias vividas en el mundo del toro, porque quienes hablan bien sobre el
mismo son quienes lo conocen desde dentro.
Ocupados los trescientos asientos instalados en el Liceo,
el prólogo de la Banda Cristo del Amor, titular de la plaza de
toros, dirigida por el maestro José Antonio, aportó sonidos de feria
taurina, y la violinista Eles Bellido, con sus sevillanas
dieciochescas puso el ambiente de feria que no había en la ciudad. Y como
despedida, la copa de vino en el Patio del Claustro vestido de caseta
con farolillos.
Pero como en el famoso poema, pasaron pronto los
días de vino y rosas, y Córdoba ha vuelto a ser la ciudad
sin feria taurina. Y dentro de muy poco será la ciudad sin
toreros ni toros. Pero el Pregón Taurino de Córdoba subsistirá. Van a ver
ustedes el del año que viene.
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