60 aniversario alternativa "El Cordobés
MANUEL BENÍTEZ
"EL CORDOBÉS":
LA REVOLUCIÓN DEL
TOREO
José Luis Prieto Garrido, veterinario y escritor / fotos: Ladis
El Cordobés ha sido el último revolucionario que ha tenido la fiesta
de los toros, el último gran heterodoxo. El último torero moderno cuya
revolución cierra la historia iniciada por Belmonte y Joselito allá
por el 1914, y tras el cual, se inicia una etapa que bien podríamos denominar
postmoderna, en la que nos encontramos
en la actualidad, donde las revoluciones son imposibles porque Benítez
ya se había metido en todos los terrenos invadiendo incluso los del toro, y
donde la repetición, hoy en día, se sucede una y otra vez, hasta la reiteración
de lo visto.
El Cordobés tergiversó la estética
torera hasta lo inimaginable, lo que supuso la anulación de cualquier posterior
intento revolucionario.
El toreo moderno lo han hecho
tres figuras del toreo: Belmonte, Manolete y El Cordobés.
Estos han sido los realmente grandes revolucionarios, y nadie más.
Belmonte , primer revolucionario, el que
trajo el empeño por la quietud, Manolete, el que, en definitiva, la
impuso, y El Cordobés, el que la llevó hasta sus máximos extremos.
Siempre se ha dicho que El
Cordobés era un seguimiento del toreo de Manolete. La tauromaquia de
ambos se basa en los mismos conceptos, la quietud, la ligazón y la mano
izquierda. El de Palma del Río, era un torero portentoso, con un aguante y un
mando únicos. Un valor que le permitía el pasarse el toro pegado al vientre y a
la taleguilla, y ligar diez muletazos y el pase de pecho. Su mano izquierda, si
no la mejor, sí una de las mejores de la historia que se conoce del toreo. Un
prodigio, poderosa como ninguna, y una
cintura que hipnotizaba a los toros.
Se arrimaba más que nadie y podía
más que nadie, por eso mandó en el toreo de su tiempo. Valor, quietud, ligazón
y su mano izquierda, insisto, eran el secreto de este ídolo de masas.
Si, es verdad, que todas estas
cualidades se adobaban con una manera, quizás algo extravagantes pero absolutamente personales.
A El Cordobés todos le
temen y le respetan. Le obedecen. Manda con un despotismo absoluto. Es el
centro del toreo, y esto, en una época con tantos buenos toreros, no está al
alcance de cualquiera.
Merecen toda atención y respeto, Ordoñez,
Camino o El Viti , en una época convulsa, cuando más arreciaba el “huracán
cordobés”; ellos fueron los que supieron mantener los valores más tradicionales
de la fiesta.
El 29 de octubre de 2002 fue
proclamado quinto Califa del Toreo en Córdoba, junto a Lagartijo, Guerrita,
Machaquito y Manolete.
El 5 de abril de 2014, con 78 años de edad, actuó en la plaza de Los Califas en un festival taurino benéfico contra el cáncer, cortando dos orejas y saliendo a hombros.
A este triunfo tengo que sumar la inmensa alegría, para el que les escribe, porque este festival suponía mi despedida tras 25 años de actuación veterinaria en el palco de la Plaza de Toros de Córdoba.
Un pequeño y cariñoso homenaje a El Cordobés. Enhorabuena.
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