lunes, 2 de octubre de 2023

 MATAR BIEN NO ES UNA SUERTE…

 


José Luis Prieto Garrido                          fotos: Ladis

 Siempre he creído que la denominada “suerte de matar”, no es la denominación correcta de la última fase de la lidia, porque, matar bien a un toro no es una suerte. A lo largo de la historia de la tauromaquia, todos conocemos nombres de toreros que fueron figuras gracias a una buena espada, al igual que ha habido otras figuras del toreo, tanto de capote como de muleta, o de ambas, que por culpa de su falta de habilidad, o porqué no decirlo, falta de entrega, no llegaron a ser eso, figuras del toreo.


Matar bien no es una suerte, sino el producto de una serie de circunstancias donde concurren unos conocimientos, valoraciones y estudio por parte del torero, para saber donde y en qué momento proceder a matar a su enemigo. Conocer las reacciones del toro y su terreno, son primordiales para el lidiador hacerlos suyos con la técnica precisa.


Una buena estocada, bien ejecutada, con resultados inmediatos, puede ser suficiente para encumbrar a un torero tras una tarde mediocre tras la clamorosa petición de un público entregado y enardecido por la belleza de su ejecución, Pero ojo, no hemos de olvidar nunca, esas grandes faenas, que con el paso del tiempo han caído en el olvido “por culpa” del mal uso de la espada.

 Alguien decía que, “la belleza de una buena estocada en el momento adecuado, es la suerte de mayor plasticidad de la faena, porque los toros piden la muerte en el momento y en el sitio preciso, cuando se les ha dado la lidia que necesitaban, según sus condiciones, ya sea recibiendo o al volapié”.

 

Para torear bien basta, en ocasiones, con una buena cabeza, pero para matar como mandan las reglas taurómacas, además, hay que poner corazón en la punta de la espada.



 

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