TOROS: CASTA, BRAVURA Y TRAPIO
Escribe:
Carlos Valverde Abril, abogado y escritor
Desde
hace bastante tiempo la Fiesta Brava está sufriendo un verdadero acoso y
derribo por parte de los antitaurinos sin que los aficionados hayamos sabido
afrontar “en corto y por derecho” cuáles son los verdaderos problemas que
afectan a la Fiesta. De sobra son conocidos pero nadie quiere “coger el toro
por los cuernos” por temor a sufrir un percance. Mientras tanto, los
autollamados “animalistas”-pagados por las empresas que anuncian en televisión
comida gourmet para perros y gatos-campan a sus anchas por el orbe taurino. El
primer problema de la Fiesta, para mí el más grave, es la falta de casta en el
toro que salta a las plazas. También el fraude del afeitado que la Autoridad no
quiere atajar.
Quedan muy pocos ganaderos románticos pues la mayoría ha
sucumbido a lo que alguien ha llamado “tauromaquia de mercado”. En sus
ganaderías no mandan ellos; mandan los apoderados, los representantes de los
toreros y hasta los empresarios. Acuden in situ al campo a escoger los toros
que han de lidiar sus representados Han convertido la Fiesta Brava en puro
negocio a la par que conforman un poderoso grupo de presión y control sobre la
organización de los festejos taurinos, siendo los únicos beneficiados Y encima
se quejan de que el público no asiste a los toros. ¿Cómo va ir el público a los
toros si sabe que el torero al empezar la temporada tiene firmados 30 o 40
contratos, escogidas las ganaderías y los compañeros de terna?
Años atrás la
motivación de los toreros-no había vetos- era mayor: había vergüenza torera.
Sin competencia no hay emoción que transmitir a los tendidos.
Los empresarios
taurinos jamás han mostrado interés por salvaguardar el futuro de la Fiesta.
¿Por qué organizan novilladas pidiendo dinero a los novilleros o al 33%?. En
vez de organizar corridas de toros sin toros ¿por qué no dan novilladas con
picadores con la falta que hacen? Como el negocio se les está yendo de las
manos “arreglan” cualquier abono con el consabido festejo de los Recortadores y
el repetitivo cartel de un rejoneador y dos figuras.
En
otro orden de cosas, la Fiesta Brava viene soportando el abandono oficial de
los poderes públicos. Mi padre ya denunciaba esta situación en la conferencia
que con el título “Paralelismo Político-Taurino” dio en la Peña Taurina “Los de
José y Juan”, de Madrid, el 7 de Marzo de 1974 y cuando hacía referencia a las
subvenciones que se daban-y se siguen dando- a la industria cinematográfica se
preguntaba “¿Qué dinero se gasta en proteger la Fiesta Española por excelencia?
Cuando se están protegiendo el oso, el buitre, el lobo-añado el lince ibérico,
en el que la anterior administración andaluza ha gastado miles de millones de
euros en su protección, conservación y cría en cautividad-, todavía no hay
ningún Organismo que defienda al más hermoso y exclusivo ejemplar de
nuestra fauna, el toro bravo”.
En la
misma conferencia trató de la dejadez de la Autoridad por no atajar el fraude
del afeitado e hizo referencia a una Orden del Ministro de la Gobernación de
Febrero de ¡1953¡ en cuyo Preámbulo decía textualmente.”…La lidia de reses
bravas pasa por una crisis de amaneramiento, ambición desmedida y fraude que el
poder público debe atajar. Desde hace años un buen numero de toros de los que
se lidian en las plazas de España son sometidos a manipulaciones que quebrantan
su fuerza y modifican sus naturales defensas, empleándose para ello incluso
procedimientos de innegable crueldad. Está en peligro el prestigio y porvenir
de la Fiesta de los Toros”. Me pregunto: ¿ha cambiado algo la situación?
Incluso la Ley taurina del año 91 en su Exposición de Motivos abogaba por un
“aseguramiento de la integridad del toro, de su sanidad y bravura y, en
especial, de la intangibilidad de sus defensas”. La Autoridad sigue sin velar
por la pureza de la Fiesta y los mercantilistas haciendo de las suyas.
Frente al ataque de los antitaurinos, los
políticos se han limitado a hacer declaraciones institucionales de apoyo a las
corridas de toros como patrimonio cultural de España. Nada más. ¿Nos
avergonzamos de reconocer que la Fiesta Brava forma parte de nuestra cultura?
Yo no. Me gustan los toros y soy aficionado. Por eso quiero un toro con casta,
bravo y con trapío. Quiero que haya verdadera competencia entre los diestros. Quiero
que los toreros demuestren su vergüenza torera fuera de las plazas acudiendo a
charlas, coloquios….en Centros Cívicos, Asociaciones de Vecinos, Colegios,
Institutos y Facultades. Y quiero que los ganaderos abran sus ganaderías a los
aficionados y a los que no lo son.
De una u otra manera es lo que hace años
dejo entrever Eliseo Moran: “Los ganaderos y los toreros estamos en deuda con
las Peñas” (léase Sociedad). Si la conjunción de estos deseos culmina en que
TORO y TORERO transmiten emoción a los tendidos, se conseguirán dos cosas: que
el aficionado y los públicos llenen las plazas de toros y que los antitaurinos
sean devueltos a los corrales por falta de trapío. El TORO está en la plaza de
Los Califas (Lagartijo-Guerrita-Manolete).
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