MANUEL
GARCIA "PALMEÑO": SU ULTIMO PASEILLO
José María Portillo Fabra
Presidente de la Tertulia Taurina "El Castoreño" del
Real Círculo de la Amistad de Cordoba
El diestro de Palma del Río
Manuel García "Palmeño" se ha marchado en silencio, como vivió
desde que se retiró de los ruedos. Ese silencio y el haber fijado su residencia
en Ecija, hicieron que su nombre haya pasado todos estos años
algo desapercibido - o quizá demasiado - en los ambientes
taurinos cordobeses.
Porque "Palmeño",
a primeros de los 60, en plena explosión de "El Cordobés",
estuvo en primera línea de la tauromaquia, tanto de novillero como de
matador de toros, actuando en todas las grandes ferias y alternando
con todos los grandes toreros, incluido su paisano "El
Cordobés".
Fui admirador de
"Palmeño" desde que lo vi, siendo yo un niño, en la
plaza de Los Tejares. Pero lo cierto es que donde se hizo figura de los
novilleros fue en Madrid, en la plaza de Vista Alegre, donde
cosechó junto a Juan Espejo triunfos resonantes, siendo
el más llamativo el que coprotagonizó con Antonio Ortega
"Orteguita" en la novillada final de la temporada de 1961,
si mal no recuerdo, en la que alternaron los cuatro espadas más
destacados, concediéndose la Oreja de Plata
al citado "Orteguita"; pero como este consideró que el
que había estado bien de verdad había sido "Palmeño", a él
le entregó el trofeo a la vista del público. Así eran los toreros de la
época y así era el concepto moral en aquella sociedad, ejemplar
si se le compara con la de ahora.
Palmeño se hizo matador
de toros en la Maestranza en el año 62, y en los siguientes se mantuvo
en torno a las cincuenta actuaciones por temporada, haciendo el
toreo con gran verdad, con la pierna adelante, y con una
estética honda que pudiéramos calificar de rondeña antes
que cordobesa. Le vi actuar mucho en Sevilla donde
cursaba mis estudios. Tenía allí un gran cartel por la
plástica de su capote y el estilismo y contundencia de su espada. Era
un gran torero.
Pero un toro lo corneó
en una plaza, digamos, "fácil", la de
Fuengirola, y Palmeño vio
reducirse sus actuaciones. Toreó mucho en América, pero un día, al liquidar una
corrida de Miura en Sevilla, vio que le quedaba menos dinero que el que
cobraban sus subalternos.
Se retiró Palmeño
y se estableció y formó una familia en
Ecija, apartándose prácticamente de la vida taurina cordobesa, lo
que, unido a la ausencia de grandes efemérides de su carrera
localizadas en Córdoba, hizo que se le olvidara por los aficionados. Quizá
demasiado.
Por eso, siendo yo admirador
suyo, cuando 2017 se celebró el Centenario de Manolete, al concebir un
Pregón Taurino especial, un Pregón- Monstruo basado en la famosa
Corrida-Monstruo en la que se lidiaron once toros por otros tantos lidiadores
pro monumento a Manolete, me acordé en seguida de Palmeño. En este
Pregón, matadores de toros cordobeses de distintas épocas pronunciarían
cada uno un brindis a Manolete. El asunto era localizar a Palmeño, que
sería uno de los grandes atractivos del cartel. Salió en nuestra
ayuda un gran amigo y aficionado, Antonio Domínguez, de Palma
del Río, que nunca había perdido el contacto con el diestro paisano.
Y así le pude
explicar al maestro Palmeño el proyecto. Se anunciaría el
Pregón-Monstruo mediante un cartel inspirado en el de la famosa corrida de once
toros celebrada en Córdoba pro monumento a Manolete, elaborado
por Ladis. Los toreros cruzarían el gran Salón Liceo
del Real Circulo de la Amistad a los compases del pasodoble "Manolete",
interpretado por la banda de nuestra plaza de toros. El orden de
la oratoria y el desarrollo del acto lo dirigiría un presidente de la
Plaza de las Ventas, Juan Lamarca. Habría una actuación flamenca dedicada
a Manolete por Juan Antonio Cobo, y finalmente, Pilar Soria, sobrina carnal
de Manuel Rodríguez, cerraría el acto con una ofrenda floral a los
compases de los clarines de la plaza de los Tejares con tempo de
toque de oración, interpretado por el maestro José Antonio V´zquez.
Y además, le añadí que alternaría en la oratoria con su amigo José María
Montilla.
Palmeño me contestó que
encantado, pero que estaba asistiendo al médico en Sevilla y no sabía si
podría asistir. Yo le telefoneaba cada día para conocer la evolución
de sus visitas al hospital, y él me contestaba que haría lo posible por
honrar la memoria de Manolete.
Lo llamé la víspera del
pregón. "Tengo que ir mañana a Sevilla - me dijo -. Tengo los dos brazos
lesionados; pero no te preocupes, que mañana a las ocho estaré en el
patio de cuadrillas". Y añadió riendo: "Ah, y dile a José
María Montilla que es el tío más feo y más malo que he visto en mi
vida" - concluyó, recordando una broma que se daban cuando
toreaban juntos.
Y a las ocho de la
tarde llegó Manuel García Palmeño al Círculo de la Amistad acompañado de
su hijo, a quien le mando un abrazo. Y lo recibieron con emoción
sus compañeros, amigos y aficionados. Y luego, el viejo
torero desfiló formando terna con José María Montilla
y Zurito, encabezando un paseíllo mágico en el que la ovación
competía en emociones con las notas del pasodoble "Manolete". Llevaba
Palmeño la chaqueta echada sobre los hombros cubriendo sus brazos
lesionados porque no entraban en la misma, pero era el más torero.
Hoy he recordado todo esto
mientras asistía a su funeral en la majestuosa iglesia de Santa María, de
Ecija, junto a El Cordobés - muy emocionado al abrazar a la familia de su
amigo - , Sacromonte, Juan Montero, Antonio Ecijano II, Joselito
Gutiérrez, Currrillo... y representantes de peñas como Pepe Panadero, Rafael
Sánchez...
Ahora, a mi me emociona
recordar que cuando Manuel García iba cruzando
el Liceo rodeado de compañeros y al compás del pasodoble
"Manolete", Manuel García Palmeño estaba haciendo su último
paseíllo.
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