Ladislao Rodríguez Galán
Hace 34 años que en Sevilla pusieron en práctica la idea de
organizar una serie de novilladas nocturnas para promocionar a nuevos valores
de la tauromaquia. Este mini ciclo de cuatro festejos, que se lleva a cabo los
cuatro jueves del mes de Julio, fue aceptado por la afición sevillana desde el
principio, y así, año tras año, viene contando con el apoyo del público que ha
tomado esta serie de novilladas como uno más de los atractivos del verano
hispalense. La hora de comienzo, 21,30, también es un acierto.
Este jueves, día 4, ha comenzado la XXXIV edición que
continuará los días 11, 18 y el día 25 se celebrará la gran final. Cada jueves
participan seis jóvenes toreros y solo tres triunfadores competirán por el
premio final.
Para este primer festejo la Real Maestranza presentó un
aspecto envidiable (sobre todo para Córdoba) con medio aforo ocupado por un
público en el que predominaba la gente joven.
A los seis novillos de la Quinta, bien presentados, nobles,
bravos y codiciosos se enfrentaron seis chavales que quieren ser toreros. Pero
para eso hay que saber y querer aprovechar las oportunidades. No se prodigan
esta clase de festejos y a los poquitos que se dan hay que ir con toda clase de
argumentos positivos.
Abría cartel Carlos
Fernández, de la Escuela de Córdoba
que, lamento decirlo, no tuvo su noche pero si su toro. Fue el mejor novillo
del encierro. El animal era una perita en dulce por los dos pitones embistiendo
con enorme clase. Repetía una y otra vez y se venía de largo con buen galope.
Pero no encontró enfrente al lidiador ideal.
Hemos visto muchísimas veces a Carlos Fernández y siempre lo
hemos visto progresar. Sin embargo esta noche ha estado como ausente. Realizó
una faena larga y espesa sin acoplarse a la clase indiscutible de su oponente.
No fue, ni de asomo, el alumno aventajado de la Escuela Cordobesa que tantas
ilusiones ha despertado en directivos y profesores. Lamentamos, igual que él,
que no estuviera a la altura de las circunstancias, ni del ganado, ni del
entorno. La vuelta al ruedo que dio, nos supo a poco. Tuvo que pasear las dos
orejas que el novillo traía impresas con el nombre de Carlos.
En fin, siempre no se puede estar. Y Carlos esta noche no ha
estado. Esperemos que vuelva a estar y esto solo sea un lapsus. Seguimos
confiando en este chico y esperamos todo de él.
Completaban el cartel:
- José María Trigueros ( de la Escuela de Tauromaquia de
Murcia) que fue ovacionado tras aperrearse con los aceros.
- Álvaro de Chinchón (Escuela de Tauromaquia de Arganda
"Fundación El Juli"), que realizó una faena con altibajos. Sufrió dos
volteretas que no influyeron en su estado de ánimo. Mató de una estocada y fue
ovacionado.
- Manuel Casado (de Lora del Río - Sevilla). Interpretó un toreo muy
entretenido y del agrado del público. Todo lo echó a rodar con la tizona, sin
embargo hubo petición de oreja
- Eric Olivera (
Patronato Provincial de Tauromaquia de Badajoz), toreó con mucha personalidad y
sabiendo estar ante el toro. Su faena
fue inteligente y muy ovacionada por el público que al matar de una estocada,
le pidió masivamente la oreja. Y como el presidente no la concedió (no nos
explicamos porqué), el respetable le obligó a dar dos apoteósicas vueltas al
ruedo y el usía fue fuertemente abroncado, para que conserve un ingrato
recuerdo de la noche que estrenaba cargo en el palco.
- Víctor Barroso
(Escuela Cultural de Tauromaquia "La Gallosina"), que cerró su actuación con pinchazo y estocada, siendo
ovacionado.
Esto es lo que dio de sí la primera novillada de la serie. Es
una pena que en Córdoba, donde los festejos nocturnos fueron un referente, se
deje pasar el verano con la plaza cerrada para la tauromaquia y abierta
solamente para la proyección de películas.
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