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miércoles, 23 de junio de 2021

 

TENTADERO EN "LA ZAMARRONA"

JOSÉ GARRIDO Y GINÉS MARÍN, MUESTRAN UNA DIMENSIÓN ENORME DEL TOREO QUE ATESORAN ANTE CUATRO BRAVOS NOVILLOS

 
texto: Ladislao Rodríguez Galán                                            fotos: Ladis

Hasta llegar a la finca "La Zamarrona" fueron innumerables los conejos, gazapos, perdices y  palomas torcaces que se nos cruzaron en el camino. Las primeras luces de la mañana eran fresquitas y  aprovechaban las últimas horas antes de refugiarse del agobiante sol de mediodía. Unas imágenes relajantes que  Antonio Arenas y yo comentábamos mientras el coche avanzaba por el carril a velocidad prudente para no espantar a los animales.

Al llegar a la cancela de la finca, los limoneros nos ofrecían sus frutos bañados por el tenue sol que comenzaba a desperezarse en el horizonte, mientras un pavo real, hermoso como él solo, deambulaba por encima del tejado con habilidad pasmosa.

Habíamos ido a la Zamarrona para presenciar el tentadero de machos dirigido por los matadores de toros José Garrido y Ginés Marín. Dos figurones del toreo que competirían en noble lid para sacar lo mejor de los cuatro ejemplares que el ganadero Juan Arenas había apartado para la ocasión.

Todo estaba preparado para que el puñado de invitados se divirtiera. Pero antes  dimos buena cuenta de un espléndido desayuno molinero para cargar las pilas. Y ya en la plaza de tientas cada uno en su sitio. 

El ganadero con su cuaderno de notas, acompañado del veterinario Javier Jiménez y de los invitados, y en los burladeros José Garrido, Ginés Marín y los subalternos Antonio Puntas y Antonio Chacón.

Dada la orden comenzó el tentadero: el primer novillo, para Garrido, el segundo para Marín, tercero a Garrido y el cuarto y último a Marín.

JOSÉ GARRIDO







GINÉS MARÍN






Los cuatro novillos cumplieron con creces en el caballo de Mario Benítez , y en las telas humillaron y repitieron con nobleza y buen son, tanto que parecía que estábamos en la Maestranza con tanta torería, tanto silencio y tanta entrega de los dos matadores.


A pesar del buen juego de los novillos, como Juan Arenas hila muy fino y es muy exigente con la calidad del producto que cría, no le pareció que alcanzaran la altísima nota que deseaba de ellos, así que ordenó que utilizaran la espada. Y de cuatro estocadas se acabó la historia.

 Fue una jornada muy completa gracias  al excelente toreo de los dos matadores invitados que mostraron una dimensión tremenda del toreo que atesoran. Están en plena forma y aunque no se trataba de una pugna, cada uno sacó a relucir su personalidad y noción del toreo y el resultado alcanzó muchos quilates.

Enhorabuena a ambos y en primer lugar al ganadero...sin olvidar a Antonio Arenas que puso el broche a la jornada con un exquisito perol cordobés que todos compartimos, encantados, en el porche de la casa.

Ya estamos locos por volver a La Zamarrona, pues es sinónimo de entretenimiento.

LA CÁMARA ESTABA ALLÍ





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