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miércoles, 27 de mayo de 2020


LA OPINIÓN DE LA AFICIÓN
JOSÉ ANTONIO VÁZQUEZ CAÑETE
DIRECTOR DE LA BANDA DE MÚSICA OFICIAL DE "LOS CALIFAS"

Ladislao Rodríguez Galán
 Cuando un torero está hilvanando una faena del agrado del público, con  entrega y sentimiento, lo que se llama en el argot bordar el toreo, suenan las notas de un pasodoble taurino. Esa pieza musical la ejecutan cincuenta músicos que componen la Banda de Música Cristo del Amor, una agrupación con 46 años de historia fundada por Francisco Vacas ( padre de nuestro aficionado de hoy, y que lamentablemente ha fallecido este pasado jueves Santo) triste noticia ya que Francisco era un personaje muy querido en la Córdoba popular. Descanse en paz.
Pues bien,  esta Banda ha sobrepasado los treinta años amenizando las buenas faenas en el coso cordobés, y desde hace más de veinte años la batuta que la dirige la maneja el profesional cordobés  José Antonio Vázquez Cañete, persona vinculada desde siempre a la música, pues su relación con ella comenzó en la banda que fundó su padre. Allí se inició tocando el tambor y luego se decantó por la trompeta siendo hoy  un reputado profesor de la misma en el conservatorio.
 José Antonio recuerda perfectamente que su primer festejo  fue una novillada nocturna. "Entonces, dice, los festejos de Córdoba los amenizaba la Banda Municipal de Música, pero nosotros hacíamos el cambio de tercio con las cornetas. Yo tenía entonces ocho años".
Aunque se considera un buen aficionado no ha toreado nada más que una vez,  en un perol. Luego si lo ha hecho, de salón, con su extraordinario espectáculo de payasos que el fundara y lidera.
A pesar de su ligazón con la tauromaquia no pertenece a ninguna peña taurina pero tiene mucha relación con la Tertulia Taurina "El Castoreño", por la amistad que le une con su presidente José Mª Portillo.
Sin embargo desde que nació pertenece a la Hermandad del Cristo del Amor, y nunca ha faltado a un desfile del Cristo titular, pero este año ha lamentado, como todos, que la Semana Santa no se pudiera celebrar.
José Antonio conoce infinidad de plazas españolas porque cuando realiza un viaje y en esa localidad se dan toros, asiste sin ver el cartel. Es apasionado y defensor de la Fiesta más española.
Se lamenta que en Córdoba la afición no forme una piña para asistir a la plaza y defender una cultura nuestra desde siglos. Y reconoce que ahora mismo no hay un torero local que represente los valores de nuestra historia taurina. Y hace mucha falta.
No olvida el mal rato cuando el caballo del rejoneador Antonio Domecq sufrió un acoso del toro y en una arrancada lo estrelló contra las tablas y le partió una pata.
 Dice que  disfruta mucho cuando tiene que ordenar a la Banda que comience a tocar para amenizar la faena de algún torero. Entiende que la música en la plaza es imprescindible.
Con el charlamos brevemente sobre el problema que nos tiene en casa y su incisión en la Fiesta de los Toros.
- Esta temporada va a ser un auténtico desastre para la Fiesta de los Toros. ¿Cómo ve Vd. la situación?.
-  Muy mal para todo el mundo del toro y para sus trabajadores externos.
- Hemos visto atónitos, por inusual, como se han suspendido las ferias taurinas más importantes ¿Que repercusión piensa tendrá en la economía de España?.
- Muy mala , nadie gana y todos pierden.
- Como ve que las principales ferias (Valencia, Madrid, Sevilla, Córdoba...) se celebren en el verano y otoño, fuera de su fecha habitual?.
- Seria un incentivo para el mundo del toro pero hay que hacerse esta pregunta ¿estarán los ciudadanos con ánimos para poder llenar esas plazas?.
- Es necesario en este momento, más que nunca, que el Gobierno apoye a la Fiesta?.
 - Yo pienso que si porque es cultura y se debe apoyar.
- Cree que esta crisis repercutirá en el futuro inmediato de la Fiesta de los Toros?.
- Si, indudablemente. Lo mismo que en todo.
- Confía que  dentro de un año todo vuelva a  ser como antes?.
- Esperemos que se recupere pronto el país y todo vuelva a ser lo de antes.
 - Que es lo primero que ha hecho cuando ha podido salir a la calle?.
- Andar y salir a comer caracoles cuando ya se ha podido ir al bar.


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