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ALTERNATIVAS EN "LOS CALIFAS"
Nº 11
MANUEL
ROMERO "ROMERO DE CÓRDOBA"
1 de Mayo de 1998
Ladislao Rodríguez Galán fotos: Ladis
Esta temporada de 1998 se conceden en "Los
Califas" tres alternativas, a sendos toreros cordobeses, siendo el año en
que mas diestros alcanzan el doctorado en el coso cordobés: "Romero de
Córdoba" (1 de Mayo), Rubén Cano "El Pireo" (30 de Mayo) y
Alejandro Castro (5 de Septiembre).
La primera de las tres tiene lugar el día 1 de Mayo,
fuera del ciclo ferial, en una corrida de toros que se celebró enmarcada en el
Festival de Cruces y Patios. En ella tomó
la alternativa Manuel Romero "Romero de Córdoba" doctorado que
hacía el nº 11 en "Los Califas".
La tarde fue tremendamente
fría y el público no respondió como se esperaba a un cartel de toreros
cordobeses montado como nueva experiencia días antes de la feria.
Para la ocasión se habían traído toros de los dos
hierros ganaderos de la casa Guardiola: el primero, cuarto y sexto de Guardiola
Fantoni, y los restantes de Guardiola Domínguez.
Los seis, con romana y limpios de pitones, salieron extremadamente complicados, sin dar ninguna
oportunidad a los toreros. No sirvió ni un solo toro. Con este panorama el
resultado artístico fue un fiasco.
El nuevo matador de toros fue apadrinado por Rafael
González "Chiquilín", y como testigo José Romero hermano del nuevo
matador.
El toro de la alternativa, marcado con el nº 34 de nombre
"Arito" y un peso de 553
kilos, no tuvo clase alguna, hizo nula pelea con los del castoreño y en la
muleta desarrolló sentido acudiendo a los cites con la cara a media altura y
midiendo al torero. Manuel hizo lo que pudo, con un derroche de voluntad
encomiable, pero no pudo ser. Falló con los aceros y el público le obligó a
saludar.
En el sexto, un ejemplar de 626 kilos, volvió a
intentarlo pero nuevamente se topó con un toro complicado. No había material y así no hubo manera. El
público le despidió con cariñosas palmas.
El segundo toro de la tarde correspondía a
"Chiquilín" que pese a su disposición y buena voluntad nada pudo
hacer ante un toro que desarrolló sentido en las primeras embestidas,
quedándose corto y midiendo al torero. Cuando lo finiquitó, saludo desde el
tercio.
El cuarto tuvo
un comienzo prometedor con embestidas con cierto recorrido, pero fue un
espejismo, enseguida tomó el derrotero de sus hermanos y fue muy complicado,
sin posibilidad de darle un pase. El torero volvió a saludar a petición del
respetable.
José Romero se encontró con un primer enemigo que llegó
violento a la muleta. El torero aguantó el tipo y las enormes tarascadas que le
lanzaba el burel. Puso toda su voluntad pero hubo de desistir. Saludó desde el
tercio.
En el quinto, que fue muy peligroso, puso José toda la
carne en el asador. Aguantó lo más grande hasta que en una de esas embestidas
violentas se lo llevó para adelante. Fue una voltereta sin consecuencias y el
torero siguió entregado. Mató de estoconazo y el público pidió la oreja que el
presidente no concedió. Dio una aplaudida vuelta al ruedo.
Hay que destacar la disposición y voluntad de los tres
espadas ante un encierro complicado que no sirvió en absoluto.
Saludó montera en mano, tras dos magníficos pares al toro que abrió plaza, el subalterno José
Agüero.
LA CÁMARA ESTABA ALLÍ
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