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domingo, 2 de junio de 2019

OREJA PARA PABLO Y HORIZONTE DE ESPERANZA PARA GUILLERMO


UN ENCIERRO IMPOSIBLE ANULO LA ENTREGA Y BUENA DISPOSICIÓN DE LOS  REJONEADORES 



Plaza: "Los Califas": (1-6-2019). Pírrica entrada. No se llegó ni al cuarto de plaza.
Ganado: seis toros de Fermín Bohórquez, reglamentariamente despuntados para rejones, desiguales de presentación, sosos, parados y  de deslucido juego.
Pablo Hermoso de Mendoza: pinchazo y rejón (ovación) y pinchazo y rejón (oreja).
Lea Vicens: rejón y dos descabellos pie a tierra (ovación con saludos) y pinchazo bajo y rejón (ovación con saludos).
Guillermo Hermoso de Mendoza: cuatro pinchazos y rejón (ovación con saludos) y rejón y tres descabellos pie a tierra( ovación con saludos).

Ladislao Rodríguez Galán
Imagino que cuando los protagonistas de la tarde asomaron con sus jacas a la puerta de cuadrillas para hacer el paseíllo le entrarían ganas de volver grupas e irse al hotel. La imagen de la plaza fue patética con este cartel de relumbrón. No recuerdo haber visto una asistencia tan pírrica con un cartel de lujo. Y menos mal que el tendido 2, el de la propiedad, ayer estaba casi completo y parcheaba un poco el aspecto. Antes los aficionados al caballo ( en Córdoba hay censados más de 20.000 equinos) eran una parroquia fiel a este tipo de espectáculos (¿La final de la Champions?), sea por lo que fuere hoy no han arropado a los tres artistas del toreo a caballo. Aunque se hubieran cabreado (como creo que estarían los protagonistas) con el pésimo juego del encierro que ha enviado Bohórquez. Pero la lectura, viendo la respuesta del público en general, es otra. ¿Quién arregla esto?. ¿Hay que empezar de cero? . Mala cara tiene el asunto.




En fin, comentemos el festejo. En el cartel dos profesionales cuajados en mil batallas, Pablo y Lea, y un chaval joven, Guillermo, con arte y gracia, recién alternativado por su padre en la Real Maestranza de Sevilla. Y frente a ellos, como ya he reflejado, seis toretes de desigual presentación pero con el denominador común de no dar la respuesta idónea para salvar la tarde. Muy al contrario, por su culpa, el festejo fue anodino y plano.



Y aunque no fue el triunfador Guillermo Hermoso de Mendoza, chico simpático que conecta enseguida con el público supo, con su saber y buen hacer, dejar una magnífica impresión en Los Califas. Consumado jinete y eficaz y certero con arponcillos y banderillas, deleitó a la concurrencia con su toreo de costadillo, algunas veces en terrenos inverosímiles. Lástima de no tener enemigos enfrente. Su toreo es fresco, alegre y renovador. Te mantiene atento a su evolución en el ruedo y eso es, indiscutiblemente, un tanto a su favor. Es resuelto en los embroques y arriesgado en las salidas, algunas con piruetas vistosas. En sus dos toros puso un par de las cortas a dos manos que encendieron los tendidos. Estuvo acertado en todo menos a la hora definitiva del rejón. Ahí echó al traste toda su espléndida labor. Pero afortunadamente, con este chico ha llegado la renovación al escalafón de rejoneadores. Lo que necesita, aparte de suerte para culminar una obra bien hecha, son toros colaboradores. Los de hoy, parados en exceso, pusieron a prueba su capacidad ante la adversidad. Y pasó el examen con nota.


Pablo Hermoso de Mendoza, querido y admirado en Córdoba, es un señor en el arte del toreo. Su elegancia y eficacia en la colocación de arponcillos y banderillas encontró respuesta por parte del público que le ovaciono constantemente. Lo deslucido del ganado le obligó a arriesgar en los cites y sobre todo toreando de costadillo consintiendo mucho al burel. Dada la poca movilidad del toro, las banderilla cortas, de una en una, los colocó haciendo la rueda casi cosido al costado del animal. 


Fue el triunfador de la tarde con una oreja de peso, obtenida como premio a una labor seria y de mucha entrega con adornos marca de la casa.



Por su parte Lea Vicens, que tan buenos recuerdos tiene de Córdoba (según sus propias palabras) por los éxitos aquí conseguidos, no tuvo su tarde. A la pasividad de los toros hay que unir algunos fallos a la hora de clavar banderillas y con los rejones lo hizo despegadilla. Tampoco estuvo acertada con los rejones de muerte. A su haber, certera al clavar en los quiebros, buenas monturas, mucho tesón y esfuerzo por sacar agua de donde no había, y sobre todo entregada de principio a fin. Las cosas unas veces salen y otras no, y menos con este ganado que no permite el lucimiento.

Se acabó la feria. Lamentablemente la Puerta de Los Califas no se abrió ninguna tarde.

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