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martes, 10 de junio de 2025

 

Tenis, Toros,  y Fútbol 

Texto: Alfredo Asensi Díaz, Radiofonista y Académico

La tarde del pasado 8 de junio se presentaba apasionante para un aficionado al tenis, a los toros y al fútbol. Domingo completo.  A las tres y pico de la tarde, comenzaba la final del torneo de tenis Roland Garros en París, entre Jannik Sinner y Carlos Alcaraz. A las siete, Juan Antonio Morante de la Puebla haría un nuevo paseíllo en Las Ventas de Madrid: Corrida de la Beneficencia. Y a las nueve de la noche la selección española de fútbol se enfrentaría a la de Portugal en la final de la Liga de Naciones. Según los horarios, ver todo era posible.

París: Gana Sinner los dos primeros sets. El italiano, intratable. “Esto está perdido”, me dije. A la espera de conectarme a Telemadrid para ver a Morante —que faltaban cerca de dos horas—, bajo el volumen del televisor, dejo el tenis en la pantalla y decido finalizar la lectura del Córdoba. Miro de vez en cuando.  Sinner dispone no de una sino de tres bolas de partido. Alcaraz las supera. Empieza a interesarme aquello de nuevo. Contra todo pronóstico, el español, haciendo un tenis de maravilla, consigue ganar el tercer y cuarto set. ¡Empate en el marcador! Me enchufo de nuevo al partido. Alcaraz, pletórico de fuerza y de tenis, llega al quinto set. Miro el reloj: ¡Las siete de la tarde! No jodas. No me lo puedo creer. Ya está el paseíllo en Las Ventas.   Solución: un ojo en París y el otro en Madrid. Pantalla del ordenador y de la tablet al máximo. Experiencia inolvidable, teniendo que digerir en cuestión de segundos la cadencia de una verónica de Morante con un drive de Carlos; un lento natural con una dejada; un derechazo con un globo; una estocada con un smash. Arte y poder, sutileza y nervio, valor y fe. Puedo asegurar que toros y tenis tenían tal intensidad que llegó un momento en que no sabía si Morante cortó dos orejas en La Philippe-Chartrier o si Carlos Alcáraz levantaba la copa de su quinto Grand Slam en la plaza de toros de Las Ventas. Ayer, a eso de las nueve de la noche, creo que mezclé el agua con el aceite.

 

                           

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