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sábado, 22 de julio de 2023

 

LA MARISQUERÍA EL PUERTO CONMEMORA ESTE AÑO SU CENTENARIO

ENTRE SUS CLIENTES HABITUALES SE ENCONTRABA MANOLETE

Ladislao Rodríguez Galán                               fotos: Ladis

En la calle la Plata, en el centro de Córdoba, en un pequeño local,  de no más de veinte metros cuadrados  se crea en 1923 La Marisquería "El Puerto" que con el paso del tiempo llegaría a ser una institución en la ciudad. Pero antes, su fundador, Salvador Sánchez Fernández, se dedicó al negocio de la heladería, creando la exquisita horchata de almendra. Después cuando decide pasarse al marisco, le regala al heladero el Rubio (calle Claudio Marcelo) los morteros de piedra donde machacaba la almendra y la fórmula para elaborarla.

Al principio vendía los mariscos en tenderetes en Las Tendillas, (sobre todo cangrejos, gambas y cigalas), después se instaló en un local de la calle Mármol de Bañuelos. Pero no es hasta octubre de 1923 cuando  Salvador  (el primero que se apodó Pipo) abre el negocio definitivamente en la calle de los pasteleros (posteriormente llamada de la Plata).

 La marisquería abre surco en esta calle y enseguida comienza a alcanzar fama con sus gambas blancas de Huelva, sus cigalas y las bocas de la Isla de San Fernando. Los buenos negocios siempre atraen a otros y a sus costados se instalan los populares bares Negresco, Imperio y Córdoba, creando en la zona un ambiente que fue creciendo con el paso del tiempo. A Salvador le suceden sus hijos Rafael y José, este último es el que quedó al frente del negocio, pues Rafael, el famoso apoderado Pipo, descubridor de El Cordobés, entre otros toreros, decidió seguir   por el mundo del toro.

El Puerto sobrevive al paso del tiempo y sigue su ritmo. Desde hace treinta años está al frente de esta joya Salvador Sánchez Morales, nieto del fundador, quien  hace una década agrandó el local anexionándose de los casi treinta y cinco metros cuadrados  del desaparecido bar Negresco y su terraza, con la ayuda de Rafael Morales del Rosal, convertido en su socio. El Puerto es un poco más grande pero sigue fiel a la filosofía que le inculcó el abuelo y decorado con fotografías de aquella época.

Para saber más de esta marisquería histórica charlamos con Salvador que nos pone al corriente de todo.

- Yo me crié - dice- en El Puerto. Mi madre me daba teta en este local donde pasaba gran parte del día. Y conozco el negocio desde siempre. Por eso me ilusiona ser su dirigente y mi reto siempre ha sido ser capaz de mantener la categoría que alcanzó este negocio y que aún hoy mantiene. El Puerto era lugar de reunión de personalidades de todo tipo. Un buen cliente era "Manolete". Y a Manuel Benítez "El Cordobés" lo trajo aquí mi tío Rafael, su apoderado,  para que comiera el primer marisco de su vida.

- Que se vende hoy más. ¿Cuál es la predilección de los clientes?.

- La seña de identidad de El Puerto siempre ha sido la gamba. Al principio se vendían gambas y cartuchos de marisco y los  cangrejos y camarones, se ofrecían a los viandantes en canastos de mimbre colgados del brazo de vendedores que recorrían las calles. Y otra nota curiosa es que aquí nunca se vendía alcohol. Hoy sin embargo se expende toda clase de bebidas y la predilección del público es la gamba, la nécora y las ostras.

- ¿Quien les suministra los excelentes mariscos que venden?.

- Cuando mi abuelo falleció, mi abuela María Ortiz Majuelos adquirió, en el barrio antiguo de Cádiz, en la calle Santo Domingo, una casa y montó Cocedero de Mariscos Ortiz que alcanzó gran prestigio, siendo un referente para todos. Ella nos mandaba el marisco a diario. Hoy son otros grandes y prestigiosos cocederos los que nos suministran.


- Siendo  Vd. consciente de que el negocio de su familia está punto de cumplir cien años. ¿Va a haber alguna celebración especial?.

- Por supuesto que soy consciente, me ha tocado a mi estar al frente en esta efemérides tan importante y estoy orgulloso. En cuanto a celebraciones estamos pensando, Rafael y yo, de qué manera lo haremos.

La calle la Plata ha perdido el bullicio que la caracterizaba desde la mitad del siglo veinte para acá. Desaparecieron bares y restaurantes que eran auténticos santuarios donde las reuniones eran habituales para hombres de negocios, taurinos, deportistas, etc... Pero El Puerto supo mantener el tipo y por eso, hoy cien años después, nos sigue regalando el mejor marisco que se consume en Córdoba.



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