LA MARISQUERÍA EL PUERTO CONMEMORA ESTE AÑO SU CENTENARIO
ENTRE SUS CLIENTES HABITUALES SE ENCONTRABA MANOLETE
Ladislao Rodríguez Galán fotos: Ladis
En la calle la Plata, en el centro de
Córdoba, en un pequeño local, de no más
de veinte metros cuadrados se crea en
1923 La Marisquería "El Puerto" que con el paso del tiempo llegaría a
ser una institución en la ciudad. Pero antes, su fundador, Salvador Sánchez
Fernández, se dedicó al negocio de la heladería, creando la exquisita horchata
de almendra. Después cuando decide pasarse al marisco, le regala al heladero el
Rubio (calle Claudio Marcelo) los morteros de piedra donde machacaba la
almendra y la fórmula para elaborarla.
Al principio vendía los mariscos en tenderetes en Las Tendillas, (sobre todo cangrejos, gambas y cigalas), después se instaló en un local de la calle Mármol de Bañuelos. Pero no es hasta octubre de 1923 cuando Salvador (el primero que se apodó Pipo) abre el negocio definitivamente en la calle de los pasteleros (posteriormente llamada de la Plata).
La marisquería abre surco en esta calle y enseguida comienza a alcanzar
fama con sus gambas blancas de Huelva, sus cigalas y las bocas de la Isla de
San Fernando. Los buenos negocios siempre atraen a otros y a sus costados se
instalan los populares bares Negresco, Imperio y Córdoba, creando en la zona un
ambiente que fue creciendo con el paso del tiempo. A Salvador le suceden sus
hijos Rafael y José, este último es el que quedó al frente del negocio, pues
Rafael, el famoso apoderado Pipo, descubridor de El Cordobés, entre otros
toreros, decidió seguir por el mundo del toro.
El Puerto sobrevive al paso del tiempo y sigue su ritmo. Desde hace treinta años está al frente de esta joya Salvador Sánchez Morales, nieto del fundador, quien hace una década agrandó el local anexionándose de los casi treinta y cinco metros cuadrados del desaparecido bar Negresco y su terraza, con la ayuda de Rafael Morales del Rosal, convertido en su socio. El Puerto es un poco más grande pero sigue fiel a la filosofía que le inculcó el abuelo y decorado con fotografías de aquella época.
Para saber más de esta marisquería histórica charlamos con Salvador que nos pone al corriente de todo.
- Yo me crié - dice- en El Puerto. Mi
madre me daba teta en este local donde pasaba gran parte del día. Y conozco el
negocio desde siempre. Por eso me ilusiona ser su dirigente y mi reto siempre
ha sido ser capaz de mantener la categoría que alcanzó este negocio y que aún
hoy mantiene. El Puerto era lugar de reunión de personalidades de todo tipo. Un
buen cliente era "Manolete". Y a Manuel Benítez "El
Cordobés" lo trajo aquí mi tío Rafael, su apoderado, para que comiera el primer marisco de su
vida.
- Que se vende hoy más. ¿Cuál es la predilección de los clientes?.
- La seña de identidad de El Puerto
siempre ha sido la gamba. Al principio se vendían gambas y cartuchos de marisco
y los cangrejos y camarones, se ofrecían
a los viandantes en canastos de mimbre colgados del brazo de vendedores que
recorrían las calles. Y otra nota curiosa es que aquí nunca se vendía alcohol.
Hoy sin embargo se expende toda clase de bebidas y la predilección del público
es la gamba, la nécora y las ostras.
- ¿Quien les suministra los excelentes mariscos que venden?.
- Cuando mi abuelo falleció, mi
abuela María Ortiz Majuelos adquirió, en el barrio antiguo de Cádiz, en la
calle Santo Domingo, una casa y montó Cocedero de Mariscos Ortiz que alcanzó
gran prestigio, siendo un referente para todos. Ella nos mandaba el marisco a
diario. Hoy son otros grandes y prestigiosos cocederos los que nos suministran.
- Por supuesto que soy consciente, me
ha tocado a mi estar al frente en esta efemérides tan importante y estoy
orgulloso. En cuanto a celebraciones estamos pensando, Rafael y yo, de qué
manera lo haremos.
La calle la Plata ha perdido el
bullicio que la caracterizaba desde la mitad del siglo veinte para acá.
Desaparecieron bares y restaurantes que eran auténticos santuarios donde las
reuniones eran habituales para hombres de negocios, taurinos, deportistas,
etc... Pero El Puerto supo mantener el tipo y por eso, hoy cien años después,
nos sigue regalando el mejor marisco que se consume en Córdoba.
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