EL MILAGRO DE PARAR, TEMPLAR Y MANDAR SE MATERIALIZÓ EN MONTORO
Curro Díaz:
estocada (dos orejas); estocada (ovación).
Oliva Soto: estocada
(dos orejas); estocada (una oreja).
Mario Sotos:
estocada (ovación); estocada y dos descabellos (dos orejas).
Plaza: Montoro. Media entrada en tarde de temperatura agradable.
El
axioma básico del toreo moderno, el que surgió de la privilegiada inteligencia
de Juan Belmonte, «parar, templar y mandar», fue ejecutado ayer a la perfección
en el festejo celebrado Montoro de la mano de dos toreros que saben mucho de
este auténtico milagro.
Curro
Díaz y Oliva Soto dieron toda una lección de lo que es acomodar el movimiento
de los engaños a la velocidad de la embestida del toro, ante tres buenos
ejemplares de Arauz de Robles, que colaboraron en buena medida al triunfo de
ambos matadores, especialmente en el caso del torero de Camas, que está
atravesando un momento dulce después de años de ostracismo.
OLIVA SOTO
La
frecuencia con la que Oliva Soto está toreando esta temporada se refleja en la
comodidad con la que se muestra ante los astados, ayer en Montoro en dos faenas
de similar corte, con muchos detalles de torería y tandas preñadas de temple,
encajando la figura y abriendo el compás.
Más completo en el primero de su lote, al que recibió con un buen saludo capotero y que brindó a El Almendro, maestro de la Escuela Taurina de Camas, con la muleta Oliva Soto dejó con la derecha los mejores pasajes de la tarde, llevando al toro muy largo, completando las tandas con vistosos cambios de mano y largos pases de pecho.
E igualmente muy bien, como casi siempre, Curro Díaz que, ante el primero de su lote, otro buen toro de la divisa jiennense, demostró una facilidad pasmosa de andar ante los toros, con dos tandas de naturales de muchos quilates y una capacidad innata de ir amoldando la brusca embestida de su oponente gracias a la suavidad y temple, ¡otra vez el temple!, con el que maneja los engaños.
En el segundo de su lote, poco pudo hacer ante un ejemplar falto de raza.
MARIO SOTOS
Cualidad de la que también adoleció el lote de Mario Sotos, que se mostró resolutivo ante su primero, un toro gazapón que pedía sitio y lanzaba continuos derrotes cuando tocaba la muleta.
Faena de mérito ante un complicado ejemplar en el que perdió las orejas por el mal uso de la espada, volviéndolo a intentar en el que cerraba plaza, esta vez con más éxito, tras aprovechar el potable pitón izquierdo y mostrarse muy firme ante la descompuesta embestida del toro cuando toreó al natural.LA CÁMARA ESTABA ALLI
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