TENTADERO EN BLANCO DE TORRES
SE
TENTARON TRECE VACAS Y SEIS MACHOS QUE DIERON UN JUEGO EXTRAORDINARIO
AL
ÉXITO GANADERO CONTRIBUYERON LOS TOREROS QUE SUPIERON LUCIR AL GANADO
Ladislao Rodríguez Galán fotos: Ladis
Jornada
maratoniana la vivida en la finca "Majada la Sierra" situada en Santa
Eufemia donde pastan las reses de la ganadería Blanco de Torres.
Desde
primeras horas de la mañana de un día precioso, fresco pero sin agobios, el
ganadero Juan Manuel Blanco y su esposa Manuela de Torres, fueron recibiendo a
los toreros y a los escogidos invitados.
Para
el tentadero se contó con los matadores de toros Víctor Puerto, Alberto Lamelas
y Fernando Rey.
y los novilleros Alejandro Peñaranda (con picadores), "Joselito de Córdoba", de la escuela Taurina de Córdoba y José Antonio de Gracia, de la Escuela Taurina de Badajoz.
En el palco las señoras y distribuidos por los diferentes burladeros los toreros y entre ellos Antonio Tejero, que como saben es apoderado de Alberto Lamelas.
Se
tentaron trece vacas y seis machos (cuatro toros y dos erales) que dieron en
conjunto un juego extraordinario destacando dos toros y varias vacas que no se
cansaban de embestir con clase y nobleza.
Destacar
que todos acudieron al caballo desde las distancias fijadas para tentar y lo
hicieron con galope alegre y pelearon con el caballo con raza y fuerza, mostrando
en toda su dimensión el encaste Santa Coloma, refrescado con Buendía que es la base de esta ganadería.
Por
su parte los picadores David Prados y
Cristian Romero supieron dosificar el castigo haciendo de esta suerte un gran espectáculo.
Con
la experiencia propia en las tareas de tienta, los matadores de toros fueron
recibiendo a las reses y después de lucirlas en la muleta, las fueron cediendo
a los novilleros que se hartaron de torear disfrutando de un material tan
óptimo.
Una
tras otra fueron saltando al ruedo de la coqueta plaza de tientas y en la
mayoría de los casos había que cortar las interesantes faenas porque las horas seguían
avanzando y en los chiqueros quedaba material.
Sobre
las tres de la tarde se hizo un inciso para tomar un tentempié (todos los
platos con ibérico de la zona). Cosa natural encontrándonos en el
corazón del Valle de Los Pedroches.
Recuperadas
fuerzas y entonación, todos de nuevo a sus puestos para continuar con la tarea.
Los
seis machos se tentaron seguidos y a continuación el turno de las hembras y
cuando saltó al ruedo la última, el sol nos hacía guiños entre unas nubes
esperanzadoras que comenzaron a cubrir el cielo azul que había primado durante
todo el día.
Sobre
las seis y algo de la tarde, se encerró esta postrer vaca y el horizonte se mostraba encendido con los
reflejos del sol que se resistía a abandonar esta privilegiada finca enclavada
entre encinares.
Parabienes
al ganadero y toreros, y todos a compartir una comida que puso broche de oro a
una jornada larga pero magnífica, donde el estilo del matrimonio ganadero quedó
patente en el exquisito trato dispensado a todos los que estuvimos en el
tentadero.
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