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TENTADERO EN "LA ZAMARRONA"

LOS ALUMNOS DE LA ESCUELA TAURINA DE CÓRDOBA DISFRUTAN DE UN COMPLETO DÍA DE BUEN TOREO

Ladislao Rodríguez Galán                                                         fotos: Ladis

En menos de dos semanas he vuelto a la finca "La Zamarrona" para dejar constancia del desarrollo  de un tentadero, y nuevamente he disfrutado con el buen juego del ganado y el toreo de esta cantera de jóvenes alumnos cordobeses que van progresando a buen ritmo.

 He compartido el desplazamiento con Rafael González "Chiquilín", director de la Escuela y Juan Antonio García "El Califa", profesor, y hasta el cruce de Cantillana con la carretera que nos conduce a El Pedroso (Sevilla), el paisaje era una continua explosión de color formado por las flores de los almendros, melocotones y manzanos, salpimentado por el guiño colorista de las últimas naranjas aún por recolectar.

Al llegar al carril de la finca, el paisaje cambió por completo. El verde del campo, en todo su esplendor tras las últimas lluvias, se fundía con el azul impoluto del cielo y la raya del horizonte del pantano Los Melonares, que circunda la finca y la convierte en un vergel. La naturaleza en toda su expresión. Una delicia de viaje.

En la finca nos aguardaban los ganaderos Juan y su hija Carlota Arenas, acompañados de su entrañable primo Fabián Arenas, que ayudó a las tareas de enchiqueramiento.

Dos eralas y una becerra estaban preparadas para poner a prueba a los componentes de la expediciónn cordobesa que estaba formada por David Gavilán "Bocanegra", Andrés Membrives, Antonio Cañero, Manuel Quintana, Manuel Román, Luis Montero, Marta Martín, Enrique Herrero y Manuel Fernández ( que era la primera vez que se enfrentaba a una becerra). Ocho chavales y una chica, unidos por su afición y el deseo de ser alguien en el mundo del toro.

Todos, absolutamente todos, estuvieron a la altura de un ganado extraordinario que repetía una y otra vez, embistiendo con fijeza y dejando hacer. Una dulzura de ganado. Tanto las eralas como la becerra fueron toreadas por los alumnos reunidos en grupos organizados antes del comienzo del tentadero.

Los nueve se hartaron de torear, y aunque hubo alguna que otra voltereta, éstas no revistieron mayor importancia, y si hablaron de la aptitud de quienes las sufrieron, pues volvieron a la cara de las cornúpetas como si nada hubiera pasado. Eso está bien, pues toda la vida de Dios, la voltereta forma parte de la formación de los aspirantes a toreros.

El tentadero comenzó alrededor de las cuatro de la tarde y concluyó al filo de las siete. Unas horas que se pasaron volando, pues el espectáculo que nos brindaban los chavales y el ganado era de alto voltaje.

Fueron tres horas donde quedó de manifiesto la alta preparación del alumnado de la Escuela cordobesa que además tuvieron la suerte de disfrutar con un ganado de categoría que les permitió torear a placer.

 

Los ganaderos tuvieron la gentileza de obsequiar a los jóvenes toreros con una merienda que degustaron con  placer, y es que no hay nada como un buen bocado  tras una dura pelea ante el ganado bravo.

En resumen, un día espléndido de temperatura primaveral y una jornada taurina que dejó a todos satisfechos y con ganas de repetir.